Capítulo 12

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Mientras íbamos de camino a su casa, más bien a su mansión, le mandé un mensaje a mi padre sobre el cambio de planes. Guardé mi móvil en mi cartera y decidí mirar por la ventanilla durante el trayecto que nos quedaba. El chófer nos dejó en la puerta e Iván y yo nos bajamos. Atravesamos el largo camino hasta llegar, me animó a entrar y él lo hizo después. Eché un vistazo alrededor, su casa era realmente increíble, estaba bastante claro que dinero manejaba, y bastante, una casa como esta no mucha gente podía aspirar a tener una. La decoración era bastante peculiar, tenía algunos tonos en blanco roto, y algún que otro detalle en dorado, sin mencionar la enorme lámpara de la cocina.

—Bonita casa —le dije honestamente.

—Gracias. Te llevaré hasta tu habitación, sígueme.

Giramos a la izquierda en busca de un pasillo con un espejo redondo al final. A mano derecha se encontraba la habitación. Me abrió la puerta y entré.

—Las sábanas están cambiadas, cualquier cosa que necesites puedes escribirme.

—De acuerdo, gracias por todo.

Cerró la puerta tras él dejándome a solas con mi nueva habitación por esta noche. Era sencilla pero moderna, tenía tonos neutros que combinaban con el aura, la cama era casi de matrimonio para ser de invitados y había un gran armario junto a una puerta que daba al cuarto de baño. Me metí en la cama y cerré los ojos para dormirme. La claridad de la luz me despertó, me levanté de la cama y fui al baño para lavarme la cara. Abrí la puerta y me dirigí a la cocina. Allí estaba, no llevaba mucho más tiempo que yo levantado, aún tenía el pelo alborotado. Se me hacía raro no verlo con traje o polo. Esta vez, tan solo vestía de chándal y camiseta de manga corta. Sus músculos se marcaban bajo ella.

—Buenos días —saludó nada más verme.

—Buenos días —contesté—. Gracias por lo de anoche, pero será mejor que me vaya ya, mi amiga estará desesperada —sonreí falsamente.

—Puedes desayunar aquí si quieres y luego marcharte.

—No te preocupes, bastante has hecho por mi sin apenas conocernos —le sonreí.

—Llámalo altruismo —contestó devolviéndome la sonrisa.

—Que solidario eres stalker —bromeé.

—No soy ningún stalker.

— Bueno, ya se verá con el tiempo —sonreí con suficiencia.

Terminó de beberse su zumo de naranja y se volvió hacia mí, yo le miré y durante segundos que me parecieron eternos, se formó un silencio entre ambos.

—Bueno —dijo rompiendo el silencio—, te he cortado algo de fruta por si te apetecía, sino puedo hacerte otra cosa.

—No gracias, con las frutas es suficiente.

Me acerqué a la isla y agarré el bol de frutas. Cogí el tenedor que me ofreció y me senté en la mesa frente a él.

—Está muy buena.

—Me alegra que te guste.

Terminó de comer y se levantó para dirigirse de nuevo a la isla para dejar el plato. Le seguí e hice lo mismo con el mío.

—Será mejor que me marche ya.

—Puedo pedirle a mi chófer que te lleve hasta la casa de tu amiga.

—No es necesario, pediré un taxi pero gracias igualmente.

Regresé a la habitación en busca del bolso y cerré la puerta.

—Te está esperando fuera el taxi —me acompañó hasta la puerta y se despidió con un simple gesto de mano al igual que hice yo.

Me subí al taxi y hasta que este no se marchó de la casa no volvió a entrar. Abrí la cerradura y por fin llegué a casa. Me quité las botas y las dejé a un lado de la entrada, estaba lo suficientemente cansada como para colocarlas en el zapatero. En seguida fui al baño a lavarme las manos y a quitarme el maquillaje de anoche. Me di una ducha rápida y me puse el pijama. Era sábado, por lo que no me preocupé demasiado por la hora. Estuve revisando un par de correos y después me puse a leer un poco en el sofá. Eran las una del mediodía cuando terminé de leer, así que me levanté del sofá y me dirigí a la cocina para preparar algo de comer. Anduve mirando mi teléfono dubitativa, pensando si lo añadía a contactos o no, pero finalmente lo guardé. No quería pensar más de lo necesario en él, tan solo es una de las piezas importantes del rompecabezas, pero mi cabeza se negaba a cumplir mis órdenes. Su forma de mirarme me confundía, además de mi piel de gallina nada más rozar su piel con la mía. El hecho de pensar en él más de lo que debería, me hace pensar si realmente me conviene involucrarme en su vida para poder sacar la información que necesito y desaparecer como si nada.

WilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora