Hasta que no la vi entrar por el portal no me fui de allí. Saqué las llaves de mi bolsillo y las introduje lentamente sin hacer demasiado ruido en la puerta. La cerré con sigilo y subí las escaleras hasta el dormitorio. Me quité la ropa y me puse el pantalón de chándal. No paraba de dar varias vueltas sobre la cama, no conseguía conciliar el sueño, mi mente aún quería seguir activa. Comencé a recordar toda la cena de hoy, desde la aceptación a mi trato hasta lo bien que le quedaban esos pantalones de cuero. Tendríamos que vernos más a menudo, por lo que tendría que salir más frecuente de casa e inventar alguna que otra excusa para decirle a Mackenzie. No me gustaba mentirle, pero si le decía la verdad, no me permitiría que continuase con la investigación, es una herida que para ella aún seguía abierta y quiero garantizar su seguridad y la mía, pero si yo me involucraba con Elena en todo eso, ella ya no estaría tan segura de eso. Me levanté de la cama con cuidado y bajé las escaleras para servirme un vaso de agua. Cogí mi teléfono del bolsillo de mi pantalón, y sin yo siquiera pensarlo, mis dedos ya estaban escribiéndole. Ella parecía estar haciendo lo mismo, pero en segundos dejó de escribir para tan solo estar conectada. Le mandé el mensaje y esperé a que me contestase. Ella, al parecer, tampoco podía dormir, estuvimos hablando por un largo rato sobre la investigación acerca de Black, mañana quedaríamos de nuevo para reunir todo lo que teníamos. Metí mi teléfono de nuevo en mi bolsillo y subí las escaleras hasta el dormitorio. La alarma de mi teléfono sonó sobre la mesa de noche, molesto, extendí mi brazo para apagarla. Me froté los ojos mientras me estiraba lentamente. Me levanté de la cama y fui hasta el cuarto de baño, abrí el grifo y eché agua fría sobre mi rostro. Fui hasta el armario para ponerme mis pantalones de correr y mi camiseta. Me puse unos calcetines y unos tenis y bajé hasta la cocina. Hacía tiempo que no corría nada más levantarme, normalmente prefería entrenar boxeando en el gimnasio. Poco a poco, conforme iba corriendo, cada vez más el sudor iba deslizándose por mi frente hasta abajo. Tras varios kilómetros retomé la ruta de vuelta, a penas me quedaban unas calles hasta llegar a casa cuando el sonido de una llamada entrante interrumpió la canción que estaba escuchando.
—¿Sí?
—Mucho cuidado con lo que dice o haces Novikov, te estamos vigilando —amenazó una voz distorsionada a través del teléfono.
—Quién coño eres —contesté. Pero aquella voz había colgado el teléfono antes de que pudiera oírme.
Molesto guardé el teléfono en mi bolsillo. Agarré las llaves y las introduje sobre la cerradura, abrí la puerta y entré. Ni siquiera me percaté si estaba despierta Mackenzie o no, tan solo me encerré en el baño. Me desnudé y me metí bajo la ducha, abrí el grifo del agua caliente y en seguida me mojó todo el cuerpo. Cerré el grifo y cogí la toalla blanca del armario, la envolví alrededor de mi cintura. Me senté sobre mi cama y cogí mi teléfono, le escribí un mensaje a Vlad informándole sobre la llamada. Lo dejé sobre la mesa de noche y me levanté de la cama para dirigirme hasta el armario. Agarré unos pantalones y me vestí. Dejé las toallas dentro de la cesta del baño y bajé hasta la cocina para hacerme el desayuno.
ESTÁS LEYENDO
Wiles
RomanceUna agente del FBI y un mafioso. Interesante combinación ¿verdad? Dos protagonistas, dos historias ocultas. ¿Serán capaces de mostrar sus sentimientos el uno al otro o preferirán seguir viviendo con mentiras y engaños?