Nunca Saldrás de esto pequeña

Capitulo 25

Corrí por aquella carretera hasta que vi las luces de un auto encenderse, pensando que podría ser algún hombre de Vladimir, opte por devolverme, pero esté acelero cerrándome el camino.

Asustada y respirando agitadamente retrocedí un poco, pero tal fue mi sorpresa que vi a Connor salir del auto.

-Te encontré, después de tanto...

Aún estaba en shock, tal vez mi cabeza me estaba dando una mala pasada. Y solo era una ilusión...

-Vamos entra rápido al auto –volvió a hablar colocándose enfrente mío.

-En verdad eres tú...

-Lo soy -me dio un abrazo que, aunque quisiera no pudo durar mucho - ahora sube al auto por favor.

Y así lo hice, el auto estaba completamente oscuro...solo podía ver un poco a Connor.

-Ma-mataron a Catherine –solté agachando mi cabeza.

-Lo sé, escuche el disparo...pero valió la pena. Ella quería que esto pasara –sonrió con melancolía.

- ¿Cómo fue que me encontraron? Y ¿Por qué Catherine fue por mí?

-Tengo tanto que contarte y presentar-te –se quedó cayó mirándome –trata de descansar, te avisare cuando lleguemos.

-Ok –me acomodé en el asiento y cerré mis ojos.

Narra Connor

Por fin Alissa estaba conmigo, valió la pena todo lo que hicimos y el tiempo que espere.

Catherine ya no está con nosotros, pero hizo lo posible para recuperarla y lo logro...

-Casi hablas de más.

-Sí, lo siento –hable mirando por el retrovisor la figura de aquel hombre.

-Aún no hay que celebrar, las cosas no han acabado y lo sabes.

-Lo sé, solo espero que las cosas no se compliquen.

-Para eso debes concentrarte y cuidarla.

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Ya habíamos llegado a la casa dónde nos estábamos quedando, es algo pequeña y está entre un pequeño pueblo...es perfecta para no llamar la atención por el momento, no quise despertarla así que la llevé a la habitación donde me estaba quedando con Catherine.

Pero al entrar despertó asustada y moviéndose entre mis brazos hizo que la soltara.

-Déjame déjame –se cubría su cara con las manos y su cuerpo se volvió una bola.

-Alissa –me agache y acaricie su cabeza –todo está bien.

Aparto sus brazos y me miro con sus ojos llenos de lágrimas, le sonreí y extendí mis brazos...ella se lanzó hacia mi apretándome con fuerza.

-Lo lo siento, lo siento.

-Ya ya, no tienes que disculparte.

Luego de unos minutos le di algo de mi ropa para que estuviera más cómoda, una camiseta y una pantaloneta.

Cenamos y a la hora de acostarnos, el desespero llego de nuevo a ella.

-So-solo hay una cama.

-Sí, esta casa es algo pequeña.

-Entonces duerme tú en la cama y yo dormiré en eso que parece un sillón –señalo unas sillas algo viejas.

-Alissa...solo descansa, de todas formas, no creo que vaya a dormir.