Wave
No puedo ir a esa barbacoa. Ayer estuve espiando toda la tarde a los camiones de la mudanza de Gerald y Ben. Dorak por supuesto que estaba ayudándolos a bajar todo, y verlo solo ha intensificado mi mal humor. Rodak también estuvo por allí rondándolos, haciendo sus ruidos raros y buscando la atención del ex-marino. Ni siquiera se ha preocupado por pasar por aquí a saludar, no es que yo quiera que lo haga, pero después de aquella noche, creo que los dos dejamos bastante claro que aún mantenemos los sentimientos o al parecer yo fui la única que lo sentí. Quizás en estos nueve años conoció a una chica que le gustó mucho más que yo y está enamorado de ella ¿Es normal sentir rabia por culpa del número cinco?
Cinco chicas; cinco camiones de mudanza, cinco fueron los dientes que perdió el labrador de los Truck's esta mañana tras chocar con un coche, cinco son las piezas que he colocado hoy en el rompecabezas, y para rematar, Gerald me pidió que estuviera a las cinco en casa del vecino. Todas estás casualidades solo pueden significar una cosa. El cinco es mi número de la mala suerte y por seguridad no debo salir de mi hogar.
Neow está en mi regazo, estamos viendo las noticias de la televisión, acabo de notar que es 5 de febrero y estoy a punto de tranquilizarme por mi loca creencia a la mala suerte cuando a las 5:55 de la tarde tocan a mi puerta. No contesto, quizá si no voy a atender al llamado quién quiera que sea se vaya y me deje en paz. Decido descender el volumen de la televisión, pero el mando no funciona del todo bien así que tengo que golpearlo contra mi mano, le doy tan fuerte que se cae al suelo y Neow comienza a maullar <<Recorcholis>>
—Vamos, Wave, sé que estás ahí. Te vi por la ventana.—Mi corazón se dispara cuando lo escucho decir mi nombre. Es el estúpido de Dorak.
—Espero que no me hayas estado espiando. —Intento alzar mi voz pero me cuesta demasiado.—Vete, Dorak, eres la última persona a la que quiero ver.
—¿No vienes a la barbacoa?—Ignora mis quejas y grita a través de la puerta.
—No.—susurro acercándome a la entrada.
—Wave, Gerald ganó la carrera, se lo debes. —Me habla como si nada hubiera sucedido entre nosotros la semana pasada.
—No me importa. No estoy de humor.
—Estás molesta conmigo, lo sé. Yo también lo estoy. Tuve una emergencia y me fui.
Lo siento, debí haber dejado una nota.—Estúpido... no le contesto, sus disculpas ya llegan muy tarde y la confianza en él ya la perdí por completo. —¡Oh, vamos, Wave! Gerald lleva toda la mañana preparando la cena, invitó a una amiga y lo dejó plantado y tú también quieres hacerlo, viste lo emocionado que estaba por que conozcamos a Ben y pasemos tiempo con él.—Recorcholis, pobre Gerald, no había pensado en él.—Okay, iré, pero tú intenta no hablarme, sigo molesta contigo. ¿Puedo llevar a Neow y a Rodak?—pregunto aún con cierta molestia en la voz.
—Rodak está con nosotros, sabes eso ¿no?—Perro traidor, lo había dejado jugando en el jardín. —Wave, realmente lo siento, esa noche yo fui...
—Puedes ahorrártelo, Dorak, lo que pasó esa noche por lo que a mí respecta no volverá a suceder. —Por fin abro la puerta y lo confronto cara a cara. Sus ojos están igual de tristes que la primera vez que lo vi meses atrás, y puede que en estos últimos días se hayan colado muchos más demonios en ellos, está roto, pero no creo que sea por mi culpa. Él ya tiene sus propios secretos, sus inexplicables acciones, y yo ya he decidido por mi propio bien mantenerme alejada. Después de la barbacoa, no quiero que Dorak y yo estemos en la misma habitación, por mucho que a mi corazón le cueste aceptarlo.
—¿Para ti fue solo sexo? ¿En serio no sentiste nada más?
—Dorak, no fui yo la que me fui en la mañana sin decir adiós.—No respondo directamente a su pregunta, pero sabe la respuesta.
—Tuve una emergencia, Wave, te lo juro.—Mi nombre vuelve a parecer doloroso entre sus labios y niego con la cabeza.
—Todos mis problemas contigo, Dorak, han sido porque no has sabido como decir adiós, ahora, en el pasado, y estoy segura que en el futuro seguirá siendo igual. No puedes ir abandonando a las personas y esperar que luego te perdonen como si nada. —Lo dije, lo dije, lo dije... lo que jamás podré perdonarle son sus huidas, porque mi padre solía huir también y una de sus tantas veces no volvió, comenzó una nueva vida y nos apartó para siempre. Lo peor de todo es que Dorak lo sabe, sabe como me afectan y que a pesar de los años, aún le guardo rencor a mi padre, y no quiero guardárselo a él. No por los momentos felices que tuvimos hace nueve años atrás.
—Lo siento profundamente, Wave, por todo. Tenía que irme, pero no pienso volver a marcharme. —Toma una de mis manos pero lo aparto, no quiero que me toque, no quiero sentir el cosquilleo que producen sus manos en mi piel.
—Me alegro que no pienses marcharte más, pero ese tema ya no es de mi incumbencia. —Con el corazón destrozado, y un temblor en mi cuerpo, cobijo a Neow en mis brazos y cierro la puerta de casa. Siento la mirada de Dorak mientras realizo todos los movimientos, aparto la mirada de la cerradura y respiro profundo antes de caminar hacia la casa de al lado con él tras de mí. Sus pasos son cansados, y tengo ganas de llorar por toda la oscuridad que vi en sus ojos, por todo el daño que pude haber hecho en su corazón, pero no puedo dejar que el amor me ciegue y perdone cosas de las que aún no he tenido una explicación.
Llegamos a su casa, y lo dejo pasar primero para que abra la puerta. No me habla, ni me mira, pero el silencio está tan cargado de dolor que es agotador y muero de ganas por romperlo. Pero no me atrevo, Neow lo mira, buscando una caricia pero Dorak no la ve, hemos tenido una conversación que ha desatado un ambiente melancólico entre ambos, jamás me ha gustado verlo herido.
La casa está desordenada por las cajas de la mudanza, pero por lo menos el suelo está limpio.
—Me está costando encontrar espacio para las cosas de Gerald. —Su voz ronca y cruda me pone más nerviosa, y lo único que puedo hacer es asentir con la cabeza. Me guía hacia la cocina al encuentro de su amigo.—¡Por fin han llegado! —Gerald viste un delantal muy bonito de color verde y en su mano derecha tiene una espátula de cocina. —Wave, que bueno que estés aquí.
—Lamento llegar tarde. —susurro apenada, si supiera que ni siquiera quería venir. —¿Dónde está Ben?—pregunto despegando mi vista de Dorak que no deja de mirar al suelo.
—Está jugando con Rodak, tu perro es grande pero es muy sobre-protector.—Gerald me regala su ancha sonrisa con dientes separados.
—Sí que lo es.
—Dorak, ¿te pasa algo? —Creo que yo no seré la única incomoda esta tarde.
—Voy a revisar el asado.—Se escabulle por la puerta de la terraza ignorando la pregunta de su amigo.
—Debe tener Jet Lag del viaje, no lo he dejado descansar desde que volvió de Australia.—me comenta Gerald.
—¿Australia?
—Tenía que ir, cosas de negocios. No puedo contarte.
—¿Por qué no puedes contarme? —Acaricio el pelaje de Neow en mis brazos.
—Son cosas de Dorak, Wave, quizás un día te cuente. —Se encoje de hombros y me deja más intrigada que antes.
En la cena, por más que Gerald trataba de incluirnos a todos en la conversación se le hacía imposible, parecía que era Dorak el que sufría de mutismo selectivo, porque no quiso decir ni una sola palabra. Al final volví a casa cansada y con el corazón estrujado, preguntándome si había sido injusta con él. ¿Y si de verdad era una emergencia? ¿Y Australia? ¿Qué demonios hay en Australia?
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Todo está volviendo a mí (It's All Coming Back To Me.)
Teen FictionWave Scott y Dorak Owen tienen una historia del pasado incompleta, y aunque ninguno de los dos tiene la intención de volverse a enamorar el uno del otro, la pasión vibrante entre ellos los lleva a cometer ciertos errores. Después de 9 años sin verse...