Capítulo 25

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Dorak, 9años atrás.

—Nos vamos. —Robert me saca a la fuerza de mi cama. Aún no ha salido el sol y la frialdad de la noche me molesta.

—¿Qué haces? —chillo aún algo dormido.

—Sabes desde ayer a donde vamos. —masculla.

—Yo no voy a ninguna parte.

—Dorak, es muy temprano para perder la paciencia contigo, sal de la habitación. —grita y noto cuando Rachel se apoya en el umbral de la puerta.

—Ya todo está listo. Podemos irnos. —Le comunica a Robert.

—Vamos. —su mirada es amenazadora.

—No. —lo desafío.

—No me hagas tener que obligarte. —Me quedo quieto, mirándolo para hacerle saber que no pienso moverme.

—A la mierda todo. —Robert se lanza hacia mí y antes de que mis reflejos reaccionen contra un puñetazo él se inclina para agarrar mi torso y levantarme en peso.

—¡Suéltame! —Lo golpeo tan fuerte que ambos caemos hacia adelante. Recibo un golpe en la cabeza. Algo macizo ha caído sobre mí, siento que voy a caer, me giro y veo a Rachel con la estatuilla de mármol que me regaló mi abuelo, me desplomo en el suelo.

(...)
La cabeza me da mil vueltas y me duele tanto que podría gritar. Siento que me muevo, y noto que no es por voluntad propia. Intento abrir los ojos pero el reflejo del sol en pleno amanecer me ciega. Estoy en el coche de mis padres, lo reconozco por el cuero marrón que cubren sus asientos. No recuerdo cómo llegué hasta aquí, froto mis ojos con mis manos para lograr que mi visión mejore pero no es de mucha ayuda. Me tenso al escuchar la voz de Rachel, está en el asiento del copiloto.

—¿Ves? Está vivo.

—No vuelvas a cometer una locura como esa. Casi lo matas. —Robert espeta molesto. Ahora recuerdo lo sucedido en mi habitación, me han traído a la fuerza.

—Era la única manera de sacarlo de la casa. De otra forma aún estaríamos discutiendo, además, no hagas como si nunca lo hubieras golpeado. —Es tanto el odio que se profesan que el ambiente es tan tóxico que me ahoga, no quiero escucharlos discutir un minuto más.

—Esto es secuestro. —Me llevo la mano a la cabeza. Un chichón sobresale en la parte trasera de ella. Duele y no puedo evitar mirar a Rachel con odio.

—¡Cállate, Dorak! —Gritan los dos a la vez. Para estas cosas si que se ponen de acuerdo.

Los ignoro. Intento abrir la puerta del coche pero está cerrado. Le han puesto el seguro. Me encuentro con los ojos de Robert en el retrovisor, los míos frustrados de tanto luchar contra ellos y los suyos divertidos por su victoria. Me resigno por un segundo y me quedo quieto, pensando en alguna forma de salir. Estamos en plena carretera, y a esta hora de la mañana son pocos los coches que circulan por las afueras de Austin. Hay un maletín casi abierto a mi lado que antes no había notado, sobresalen las puntas de papel por los costados y mi nombre en uno de ellos llama mi atención. Lo abro por completo con cuidado, vigilando los ojos de Robert y Rachel por el espejo. El primero está muy atento a la carretera y la segunda ha decidido echar una siesta a tan temprana hora de la mañana.

Tomo una de las hojas de papel en mis manos. Es la fotocopia de un cheque con mi nombre y mi firma, pero estoy seguro de que jamás he firmado algo así. La suma es de cien mil dólares, y si yo tuviera ese dinero, de seguro hubiera huido hace meses de la casa de mis padres. Dejo el papel a un lado. Mientras uno con letras más pequeñas y tinta antigua indica una propiedad en Australia, a nombre de mi abuelo, le resto importancia al documento, mientras más recibos de compras e inversiones van saliendo a la luz. Un papel enmarcado y muy mal cuidado se asoma. La palabra Testamento se cuela en mi cabeza, y tengo la sensación de que estoy a punto de perder el aliento. El nombre de mi abuelo se cuela en mi mente y un innumerable número de propiedades son mencionadas a la mitad del documento. Dinero, millones de dólares están involucrados y mi nombre sobresale entre líneas. Único Heredero. Esa ha sido la voluntad de mi abuelo. Que yo sea el único heredero de su fortuna.

Todo está volviendo a mí (It's All Coming Back To Me.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora