Dorak 9 años atrás.
Estoy en la habitación de Wave, es sábado en la tarde, aún faltan un par de horas para que vayamos al circo y ella está leyéndome un artículo sobre caballos y de cómo tratar sus enfermedades, ¿o es sobre las vacas? No estoy muy seguro, estamos sentados en su cama, ella apoyada, utilizando mi pecho de almohada y yo acurrucándola en mis brazos, no estoy prestando atención a lo que dice, he sido tentado a acariciar su piel. El vestido de vuelos que lleva puesto es precioso, amarillo y deja al descubierto su espalda, me encanta como el color combina con su cabello. Llamo su atención cuando dejo un cálido beso en su espalda, justo en la parte donde sus y omóplatos no pueden tocarse.
—¿Estás prestando atención?—pregunta sonrojada.
—Hmm. —Vuelvo de dejar mis labios en el mismo sitio.
—¿Qué estamos leyendo?
—No lo sé, me perdí desde el principio. Me gusta el sonido de tu voz.—Sigo dejando más besos alrededor de su torso.
—Dorak, mamá está en casa, no hagas eso. —susurra más bajo de lo normal.
—¿El qué? —Me hago el desentendido antes de hacerla girar para que estemos frente a frente.
—Sabes que, la última vez casi me da un infarto del susto. —Su rubor se hace más notable.
—Okay. —Nos miramos por unos segundos, solo eso, mirarnos, porque desde que nos conocemos es lo que más nos gusta hacer.
—Te voy a extrañar cuando te alistes para la marina. Dorak, creo que puedes aspirar a algo mejor que eso. —Sus palabras me toman desprevenido, le había contado mis planes desde el principio, pero nunca había dicho nada al respecto. No estaba seguro en si le parecía bien o mal, en si como yo, ella solo veía esa solución para mi vida.
—Wave, yo quiero servir a mi país. —Lo digo en serio, alguien tiene que hacerlo, por muy arriesgado que sea. Me pagaran, estaré lejos de Robert y Rachel, y será la única forma en que pueda valerme por mí mismo.
—Y eso está muy bien, pero, Dorak, ¿Qué hay con el baloncesto? Eres bueno, quizá recibas propuestas de becas en alguna universidad del país. —Me mira a los ojos con tanta intensidad que temo que pueda ver más allá de lo que realmente quiero decirle. No es tan fácil hacerte cambiar de idea cuando llevas años pensando que el ejercito es la solución a tus problemas.
—Las posibilidades de que eso suceda son nulas, Wave, soy bueno, pero no el mejor, y jamás ha sido mi sueño ser jugador de baloncesto.
—¿Y cuál es tu sueño?—La noto desesperada y temo que sus preguntas comiencen a relacionarse con nuestros sentimientos.
—No lo sé, quiero estar lejos de mis padres, quiero ser feliz y vivir tranquilo, no puedo ir a una universidad porque no van a pagarme los estudios, yo tampoco quiero vivir endeudado toda mi vida para pagarlos. Quiero acción, Wave, quiero saber que por primera vez estoy haciendo algo útil y en la marina voy a tener eso.
—¿Y que hay de mí, Dorak? —pregunta con cierto temor en la voz.
—También he pensado en eso, pasaré los tres primeros años fuera, te juro que te escribiré todas las semanas y si me dan la posibilidad de tener una llamada la aprovecharé hablando contigo. Volveré en cuanto tengas 18 años y te prometo que haré el dinero suficiente para que tengas una de las bodas más lindas del mundo. —Tomo sus manos y las beso con delicadeza.
—No quiero una boda de las más lindas del mundo, ni que reúnas miles de dólares para hacerla, si es por mí me casaría contigo con anillos de papel.
—Pues con anillos de papel será entonces, siempre y cuando tu puedas esperarme.
—Esperaré, esperaré, pero tengo miedo, Dorak.
—Yo no, Wave, sé que todo va a salir bien. —Nos recostamos en su cama otra vez. Ella sigue leyendo sobre las vacas, pero yo tengo la mente en otra parte, razonando sus palabras. Ni siquiera tengo un sueño por el que luchar, la marina es mi modo de escape, solo eso, estoy huyendo de mis padres y dejando a Wave atrás y puede que por primera vez, esa idea ya no me parezca tan buena.
Cacahuetes; mazorcas de maíz azadas, manzanas de caramelo y dulces, muchos dulces, rodean los estantes de la carpa del Circo del Sol. Wave y yo vamos tomados de la mano, tengo miedo que nos perdamos entre la multitud. Hoy todo Austin parece haber estado de humor para venir a ver el espectáculo. Los niños corren eufóricos de un lado para el otro, nos han prometido las mejores performances de todo el mundo, es difícil no estar emocionado. Aún no es de noche y me desespera tener que esperar mucho más para ver a los artistas actuar. Decidimos sentarnos en el centro de las gradas, en la primera fila, donde todo parece incluso más mágico.
Wave ríe en voz alta y es la primera vez en la noche que la escucho hacerlo. Algo en mi pecho da un vuelco enloquecedor, es la mejor sensación del mundo. Las luces, los acróbatas, las piruetas y los aplausos se mezclan con los latidos de mi corazón. La amo, y esa es razón suficiente para quedarme a su lado. Me tiemblan las manos y ni siquiera mi miedo hacia los payasos puede dominarme cuando estoy con ella. Sus ojos parecen diamantes una vez que los malabaristas corren frente a nosotros, y no quiero marcharme. Lo digo en serio, ya no quiero unirme a la Marina.—Tengo algo que contarte. —Le susurro al oído una vez que estamos fuera de las gradas, el espectáculo ha terminado y volvemos a casa felices.
—¿Qué le tienes miedo a los payasos? Ya me di cuenta. Casi me rompes la mano allí dentro. —murmura mientras dibuja una sonrisa en su rostro y yo me quedo paralizado.
—¿En serio? Creí que lo estaba manejando bien.
—Bueno, pudiste haber salido corriendo, por lo menos te quedaste quiet... —No termina la frase, su rostro ya no muestra ni una gota de diversión. Está mirando a un punto alejado, justo en la zona donde venden algodones de azúcar.
—¿Wave?...—Desvía la mirada hacia mí otra vez.
—¿Qué tal si nos apresuramos un poco? No quiero que mamá nos regañé por llegar tarde, ya casi son las 10. —Me toma de la mano y me hala con destino al estacionamiento. Está nerviosa, puedo sentirlo en su voz.
—¿Pasa algo malo?—Me detengo y giro mi cabeza hacia el puesto de algodones de azúcar.
—Dorak, vámonos. —me ruega antes de impedir que vea más allá, pero es tarde. La imagen de Robert con otra mujer que no es Rachel se queda guardada en mi mente. Están pasando un buen rato, ríen y su acompañante lo está embutiendo de dulces. Me da asco mirarlos, la chica es tan joven que podría ser su hija, se besan sin pudor, como si ambos fueran libres y uno de ellos no estuviera casado. Quiero ir, gritarle, golpearlo y obligarlo a que respete a mi madre, pero ellos dejaron de ser mi problema hace meses, y no creo que Rachel se merezca que interceda por ella. No después de lo que me han hecho.
—Dorak...
—Sí, vámonos. —Sigo a Wave apretando mis dientes de la rabia, porque aunque no lo merezca, me duele que Rachel siga viviendo ese engaño. ¡Es mi madre, joder! No puedo dejar de quererla de la noche a la mañana. Espero que un día se dé cuenta de que no vale la pena seguir con Robert, que son más las peleas que las caricias y son más las mentiras que las verdades en su matrimonio.
—¿Qué era lo que querías decirme?— Me pregunta Wave una vez que llegamos a su casa. Hemos estado todo el viaje en silencio, ninguno de los dos quiere hablar de lo que hemos visto.
—No era nada, una tontería. —Una tontería tan grande como lo era de que no me marcharía a la Marina, pero después de ver a Robert con su amante, no creo que pueda seguir viviendo cerca de mis padres.
Me despido de Wave en el porche, deseándole una feliz noche...
Robert vuelve a casa muy tarde en la noche.
En la mañana él y Rachel vuelven a discutir.
ESTÁS LEYENDO
Todo está volviendo a mí (It's All Coming Back To Me.)
Novela JuvenilWave Scott y Dorak Owen tienen una historia del pasado incompleta, y aunque ninguno de los dos tiene la intención de volverse a enamorar el uno del otro, la pasión vibrante entre ellos los lleva a cometer ciertos errores. Después de 9 años sin verse...