Capítulo 9

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Dorak 9 años atrás.

Despierto cuando escucho varios toques en la puerta. Me duele todo el cuerpo, y siento una punzada muy molesta en mi ojo izquierdo.
—¿Sí? —Por un segundo olvido donde estoy y me volteo hacia la entrada. «Dormí en la habitación de Wave.»

Nadie responde al llamado y sé que es ella la que se encuentra al otro lado de la puerta.
—Puedes pasar, Wave. —le indico y mi corazón comienza a latir desesperadamente. «Le gusto... »

Entra en la habitación vestida con un overol de mezclilla y un suéter rosa de lana. Está preciosa. Me regala una sonrisa radiante que se desvanece en cuanto sus ojos se posan en mí.
—Buenos días.

Ella niega con la cabeza como si verme no fuera algo bueno. Se acerca y se sienta en el borde de su cama. Aún recostado en la almohada me deleito mirándola, grabando en mi memoria cada imperfección de su piel. Es lo que más me gusta hacer, mirarla.

—Dormí de maravilla, mejor que en mi propia cama. —Le confieso para hacerla sonreír pero no lo hace. Inclina su brazo derecho hasta mi ojo y me toca donde creo debe haber un moretón.

—Auch, Wave, ahora estás haciendo que tenga un mal despertar. —Ella arquea una de sus cejas y luego sonríe negando con la cabeza, pero es solo por un segundo. Sale de la habitación con prisa y regresa acompañada de su madre.

—¡Madre mía! —Kim ahoga un chillido y se cubre la boca con sus manos. —Oh, Dorak. —Se acerca a la cama y acaricia mi cabeza mientras me mira con preocupación. —Tienes la cara un poco hinchada. Creo que ahora es un buen momento para ir al hospital. Quizá puedan recomendarnos algún antiinflamatorio que te ayude. ¿Te duelen las heridas? —Quiero decir que no, pero no estoy seguro de que pueda levantarme de la cama con tanta facilidad como lo hice ayer. Hay llagas que me duelen incluso más hoy.

—Tengo un fuerte dolor en las articulaciones.

—Venga, iremos al hospital... —Se levanta de la cama y luego vuelve a sentarse como si hubiera olvidado decirme algo. —Dorak, ayer no quise tocar este tema porque no creí que estuvieras de ánimos para hacerlo, pero lo que hizo tu padre contigo es penalizado por la ley. ¿Ya pensaste en qué vas hacer?

Lo cierto es que no he pensado en nada. Había intentado obviar la existencia de mis padres hasta ahora que Kim los saca a la luz.
—No sé que hacer, ¿cómo denuncio a mi propio padre? En lo más profundo de mi corazón quiero pensar que fue su forma de castigarme porque creía que yo había robado su dinero. —Ellas lo saben todo. ¿Qué secretos puedes tener con tus vecinos si todos los días escuchan las peleas de tus padres?

—Solo intenta que no vuelva a ocurrir. — Sabe que no denunciaré aunque no lo diga en voz alta. Me regala otra vez esa mirada maternal y una punzada de dolor se clava en mi corazón. ¿Por qué no tuve la suerte de tener una madre como Kim? Aunque me alegra que Wave si la haya tenido. Ella merece lo mejor del mundo.
El timbre de la entrada nos interrumpe y Kim acude a su llamado con prisa dejándonos a Wave y a mí solos en la habitación.

—¿Tengo mala cara? —Le pregunto fingiendo un puchero. Quiero escuchar su risa otra vez.

Se encoge de hombros antes de ocupar el sitio de su madre en la cama.
—¿Entonces ya no te parezco guapo? —Sus mejillas se tornan del color de su suéter y me muero de ganas de besar sus labios. Ella asiente sin dejar de mirarme a los ojos.

—A mí si me sigues pareciendo guapa. —Le confieso y ella acerca sus manos a mi rostro. Me acaricia la mejilla con delicadeza y se inclina para besarla. La sensación de sentir sus labios en mi piel aceleran mi corazón y tengo que contenerme para no lanzarme sobre ella y robarle mil suspiros.

—Hazlo otra vez, por favor. —Le susurro y noto cuando sus manos comienzan a temblar. Lo hace pero esta vez en mi otra mejilla, y cierro mis ojos por placer. —Wave, me gustas mucho. —le confieso y justo en ese instante Kim aparece en la habitación. No estoy seguro de si escuchó mis palabras, pero su rostro indica de que nada bueno está por suceder.

—Dorak, tus padres están abajo.

Wave mira a su madre con cara de espanto y sé que tiene miedo de que vuelva a
suceder lo mismo de ayer. Intento levantarme y tomo su mano. Quiero que recuerde lo que le prometí. «No me tocarán otra vez.» El dolor es casi insoportable pero me lleno de valor y logro con su ayuda llegar hasta el salón. Robert y Rachel están sentados en el sofá de las Scott's, y sus miradas severas inspeccionan mi cuerpo. No recuerdo en que momento dejé de verlos como mis padres.

—Nos alegra saber que estás bien. —Son tan falsas sus palabras como su relación. Rachel solo dice mentiras. «Me avergüenzo de ellos.»

—Pero si no está bien. —Interviene Kim con voz seca.

—Mi esposa quiso decir que ha sido cuidado por buenas personas, nos preocupaba que pasara la noche por ahí. Estos días ha hecho mucho frío en Austin. —Robert intenta arreglar su error hablando del tiempo y aportando más mentiras.

—Bien, vamos a casa. —Se encamina Rachel hacia la salida.

—Dorak necesita ir al médico. —Kim vuelve a intervenir.

—Tengo cremas para las heridas, no creo que haga falta nada más.

—Rachel, quiero ir al médico. —Son las primeras palabras que logro decir y la rabia en mi voz no pasa desapercibida.

—¿Rachel? —Mi padre arquea una ceja. —Le debes respeto, Dorak, ella es tu madre. —Desde ayer no tengo padres, no pienso volver a casa. —Viendo que ninguno de los dos siente remordimiento por lo que me hicieron creo que esa es la mejor decisión.

Ambos se miran alarmados de una forma exagerada. Como si acabara de decirle que hemos perdido la casa.

—No, de ninguna manera. Vienes con nosotros. —Robert alza la voz.

—No me puedes obligar. Ya soy mayor de edad. —Los encaro.

—Me debes dinero, Dorak, no te moverás de la casa hasta que me pagues. De lo contrario llamaré a la policía, y te denunciaré por robo. —No puedo creer lo que estoy escuchando. Un maldito chantaje.

—¡Yo no robé ese dinero! Además, yo también puedo denunciarte por agresión. —grito con amargura. «No puedo volver, no quiero volver. »
—Tengo de testigo a tu madre de que fue por defensa propia. —Robert se acerca a mí y me toma del brazo.

—Vamos, no quieras hacerte el machito delante de la chica. —No sé de donde saco las fuerzas para empujarlo y darle un puñetazo en la cara. Pero nunca me he sentido tan bien en mi vida.

—¡No me toques! —grito. Él se levanta e intenta golpearme, pero logro esquivar el golpe con cierta torpeza.

—¡Basta ya! ¡Váyanse de mi casa! —Kim los mira a los dos señalando a la puerta.

—Llamaré a la policía ahora mismo. ¡A la cárcel vas a ir! Poco me importa que seas mi hijo. —Robert chorrea sangre por el labio y me amenaza con su mirada de fuego. Pero la adrenalina aún corre por mi cuerpo y quiero volver a golpearlo.

—¡Fuera! —Vuelve a gritar Kim y ambos se marchan cerrando la puerta de un tirón. —Eso ha sido muy desagradable.

—Lo siento mucho, Kim, no era mi intención...

—Dorak, cariño, no es tu culpa que tus padres carezcan de valores. Vamos a ir al hospital a que te miren las heridas, luego miraremos qué hacer. No creo que se atrevan a llamar a la policía o por lo menos eso espero. —Ojalá fuera cierto. Ellos son capaces de todo. Kim sale de la casa en busca del coche.

Wave se acerca a mi lado, todo este tiempo ha estado quieta en el pasillo, alejada del ruido y del caos. Entrelaza nuestras manos, apoya su cabeza en mi hombro y respira con dificultad. Está nerviosa...

—Todo irá bien, Wave, te lo prometo.
Ella asiente colmada de dudas.

Todo está volviendo a mí (It's All Coming Back To Me.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora