Capítulo 10

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Wave
Mamá y Peter han vuelto a Portland esta mañana. Y ahora me siento un poco sola en casa. En noche vieja estuvimos solo nosotros. Por más que mi madre le pidiera a Dorak que nos acompañara él prefirió estar solo en esa fecha. Sé que es por aquel rechazo, sé que sabe que no estoy del todo cómoda con su regreso. Siempre ha sido muy considerado desde que nos conocimos. Él ha sabido entenderme incluso mejor que yo misma y por eso lo odio.

Rodak no deja de acercarse a su valla, y de vez en cuando lo veo dejarlo entrar a su casa y pasar allí un par de horas. Neow no se atreve a salir, pero le gusta espiarlo por la ventana, sé que lo hace porque siempre maúlla en voz alta cuando lo ve pasar. Todo el tiempo reclamando su atención. Y yo... quiero verlo, pero no tenerlo cerca. Una o dos veces nos hemos encontrado frente a frente y ha sido solo por pura casualidad, no me ha quedado de otra que saludarlo, pero la tensión y la incomodidad se puede cortar con un cuchillo.
¡Solo fue un intento de beso! Tampoco es que hubiera sido nuestra primera vez. Me he estado cuestionando todos los días mi terrible acción. «Recorcholis, debí dejar que me besara.» Luego de imaginarme ese momento cientos de veces termino donde mismo empecé. Apartándome de él. Hay cosas que son imperdonables, y lo que él hizo, lo es. Mamá sigue diciendo que Dorak no tenía idea de lo que pasaba, pero no lo culpo por no saber, lo culpo por abandonarme.

Hoy es ese terrible día en el año. Ese que quema en el almanaque. El peor día de mi vida. Me he quedo en el centro de la ciudad para despejar mi mente con Rodak y Noew, les debía aquel picnic del día de la tormenta y aún no había podido compensarlo. Terminamos yendo a las alturas del puente 360, recostados en una de las rocas gigantes que se abrieron paso a través del él. Nos deleitamos con la vista por toda la tarde, y vemos cruzar al Río Colorado con clama y placer, de vez en cuando dejo escapar un puñado de lágrimas, y algún que otro sollozo se ahoga en mi garganta. Son tan duros y fríos los recuerdos que mi corazón termina en la noche partido en pedazos. Vuelvo a casa con la mente en blanco, intentando olvidar, y no culpar al destino por todas mis desgracias.
Aprendemos de nuestros fallos y tragedias pero, ¿qué pude haber yo aprendido de lo que me sucedió?

En lo único que pienso es en Dorak, y que si él no me hubiera dejado las cosas hubieran sido diferentes.

Llego a casa pasada las diez de la noche, luego de estacionarme en una gasolinera y comprar unos sándwiches para todos. El porche está oscuro y hoy por alguna razón me siento desarmada. Demoro más de 20 minutos en salir del coche y dirigirme a la entrada. Llevo a Rodak con su correa y a Neow en mis brazos. Ambos hacen mucho ruido, y se lanzan a correr con desesperación. No les presto atención, los dejo que sean felices.

Tropiezo con el primer escalón, y casi me caigo de bruces. No miro hacia atrás, poco me importa. Hoy no estoy de humor para reírme de mí misma. Subo las escaleras con más cuidado, pero termino estrellándome esta vez contra el suelo cuando tropiezo con algo en el último escalón. «¿Qué demonios?» Enciendo la luz del porche, y casi grito del susto.

Hay un hombre acurrucado en la entrada de mi casa. Y me cuenta reconocerle hasta que Neow y Rodak se lanzan con desesperación sobre él.

—¿Dorak? ¿Qué rayos haces aquí? —Estoy molesta, justo hoy es la última persona que quiero ver en mi vida.

—Wave... quiero tu casa, quiero comprarla, sabes que siempre te dije que me parecía bonita... —Me contesta con voz cansada y enredando su lengua con las palabras, percibo un fuerte aroma a alcohol una vez que me inclino hacia él. Rodak le lame su mano y Neow lo rodea con sigilo.

—Apestas, Dorak. —Arrugo la nariz y busco mis llaves.

—Lo sé, soy una mierda de persona. —Solloza.

—¿Puedes quitarte de mi puerta? Por favor. —Le pido y él niega con la cabeza.

—Deja que sea mía, Wave. Deja que todo lo que te pertenezca sea mío también. —Toma mi mano y busca mis ojos. Están rojos y no estoy segura si es de tanto llorar o por el nivel de alcohol que tiene en su cuerpo.

—¿Desde cuándo bebes? —Ignoro sus ruegos. Me deshago de su agarre y arqueo una de mis cejas.

—Desde que tú fumas.—Agacha la cabeza y Rodak le ladra reclamando su atención. —Yo no fumo.

—Pues por eso, yo no bebo. —Se remueve a un lado e intenta levantarse pero le es imposible.

—Lo dice el chico que está borracho. —Me cruzo de brazos esperando a que se vaya.

—Wave, hay días que solo pueden superarse con algo de alcohol en el cuerpo. —Sé perfectamente que día es hoy, sé que para ambos es duro, pero jamás lo había visto así, hecho polvo.

—¿Quién dijo algo sobre que los días deben superarse? No superas el día, Dorak, enfrentas el día, y eso es lo que hacen los valientes. No emborracharse. —Lo encaro, no está tomando el mejor de los caminos.

—¿Entonces crees que soy un cobarde? ¿Es eso lo que piensas de mí, Wave? —Se apoya de la puerta con dificultad, y me mira a los ojos con lágrimas saliendo de ellos. Dorak nunca ha llorado frente a mí, jamás, y verle así me destroza. Sus palabras me vuelven a sonar como si quemaran, como si yo fuera un peso que tiene que cargar en su vida.

—Estoy diciendo que eres un valiente que acaba de hacer un acto cobarde, eso te lo puedes permitir, pero procura no tomarte hasta el agua de los floreros la próxima vez que creas que debes superar algo, esa tampoco es la actitud. —Yo también tengo cosas por las que sufrir y no estoy ahogando mis penas en alcohol.

—Te perdí a ti también ese día...

—Nos perdiste a nosotros, Dorak.

—¿Qué quieres decir? —Se limpia sus lágrimas con desesperación.

—Que ese día murió nuestro amor.

—Yo soy una persona horrible, Wave, soy la peor persona que puedas haber conocido en tu vida. Todo lo que toco lo destruyo, a ti, a mis padres, no merezco el amor de nadie, y mucho menos el tuyo. —Vuelve a caer al suelo gritando sus lamentos y tengo que contenerme para no ponerme a llorar junto a él. Temblando me acerco a su lado y le confieso.

—No destruiste a tus padres, Dorak, ellos te destruyeron a ti.

—Pero lo que pasó fue mi culpa, Wave. Sino aún estuvieran aquí. —Agacha la cabeza y se cierra como un cascarón abrazando sus piernas.

—No quiero hablar de ese día. —No quiero recordar todo el miedo que sentí.

—¿Me puedo quedar aquí? —Me suplica. —Esa casa... tiene muchas peleas grabadas, no hay lugar donde no recuerde una. —No quiero que se quede, pero tampoco quiero que su vida sea un tormento. Por esta trágica noche lo dejaré quedarse.

—Puedes. La habitación de huéspedes está vacía. —Asiente, e intenta levantarse apoyándose contra la pared. Logro abrir la puerta con las manos temblando. Y dejando un espacio para que Rodak y Neow se cubran del frío.

Dorak me sigue en silencio por las escaleras hasta la habitación. Le alcanzo unas sábanas limpias. Lo observo recostarse, embrollarse y suspirar. Dorak está solo, y tiene el alma nublada. Él es el único que no se da cuenta de que se está lastimando.

—¿Wave? —Estoy llorando por su culpa, porque verlo así nunca ha sido un placer para mí, él ha sido mi primer y mi único amor. Está de espaldas, pero sabe que aún estoy aquí.

—Dime.

—Rodak y Noew son un juego de palabras con mi nombre ¿verdad? Dorak Owen, ¿se los pusiste porque también estoy defectuoso o porque me ext... ?

—Porque eres defectuoso. —No lo dejo terminar la frase. No sé cómo se dio cuenta de los nombres, pero ahora temo de que no crea que lo odio.
Y pensar que lo he extrañado por 9 años, y estamos compartiendo un día gris.

Te odio, Dorak, te odio un poquito menos que ayer...

Todo está volviendo a mí (It's All Coming Back To Me.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora