1. Somebody to love

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Señor, lo que me estás haciendo
He pasado todos mis años creyéndote
Pero simplemente no puedo encontrar alivio, Señor
Alguien, alguien...
¿Pueden encontrarme alguien a quién amar?





Carlos



—¿Quieres ser mi novia?

Aquí es donde me doy cuenta de que hacerle caso a un borracho no fue la mejor idea.

—¡Sí!

Debí haber estado borracho yo también. Decisiones estúpidas como la que acabo de tomar es una de esas que deja en evidencia mi falta de inteligencia, si hablamos de parejas, claro.

Intento poner mi mejor sonrisa.

Vamos, Carlos, la chica más guapa, inteligente y con la que todos quieren, acaba de decirte que sí, quiere estar contigo.

Tal vez tan inteligente no es.

Y hablo de ti.

Veo a lo lejos a tres amigos apoyados en el enorme arco de cemento que rodea a la virgen María de la escuela. Son, de cierto modo, algo responsables por lo que acaba de pasar.

Gael y Paul se burlan entre ellos... O están orgullosos de mí; ni idea, si yo fuera ellos me burlaría de mi desgracia. Por otro lado, mi mejor amigo me muestra el dedo pulgar levantado en señal de aprobación. Debe estar feliz de que sus consejos sobre ligar sí funcionaron.

Por desgracia.

—¿Quieres que tengamos una cita? —repito como un robot a quien programaron para esto.

Y la sigues cagando.

Ester asiente mientras una sonrisa se le forma en el rostro, se ve tan feliz, hasta sus lindos ojos café tienen cierto brillo.

Debería estar feliz... soy una mala persona.

—¿El sábado te parece bien?. —Quiero pegarme un tiro al escuchar un "sí".

Bien, tengo tres días para prepararme mentalmente.

Ester me abraza con emoción, le correspondo tomándola de la cintura, tal y como me aconsejaron. Solo mantengo ese abrazo por unos segundos, no quiero que nos llamen la atención por romper las medidas de seguridad para no contagiarnos de COVID-19.

Aunque, ahora no traigo puesta la mascarilla, ya es razón suficiente para que me bajen puntos.

—¿Quieres que pase por ti? —pregunto. Ruego que diga que no, ¿Cómo paso por alguien si no tengo movilidad? No tengo ni dieciocho, me faltan cuatro años.

—No es necesario. Oye, pero ¿Puede ser el sábado de la próxima semana? Es que este sábado estaré ocupada.

—Sí, sí, no hay problema.

Sí hay un problema... ¿Por qué no me gustas?

No, sí me gusta... ¿Que te guste alguien es que compartan gustos y se la pasen bien juntos? Según todos, estoy loco por ella. Aquel pensamiento se reforzó cuando en febrero, una semana antes de que comenzaran las clases, fui a su casa y nos tomamos de las manos.

No voy a mentir, no sentí las maripositas esas, se sintió como tocarle la mano a mi mamá. Freud se ríe de mí en su tumba.

—Entonces —siento que se me va el aire—, el sábado, a las cuatro ¿Te parece bien? —no me prepararon para más.

—Está bien —ella sonríe. El sol se posa en su hermoso cabello castaño y hace que tome un tono casi rubio, sus mejillas están rozadas, sus pecas hacen que resalte aún más, y tiene un perfume de olor a vainilla que encantaría a cualquiera.

SOLO AMIGOS (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora