SOLO AMIGOS (BORRADOR)

6. Blank Space

Así que, ¿Será para siempre?
O se prenderá en llamas
Puedes decirme cuando termine,
Si la euforia valió la pena
Tengo una larga lista de ex amantes
Te dirán que estoy loco
Porque sabes que amo a los jugadores
Y a ti te encanta el juego

Carlos

La cenas familiares en mi casa son la prueba de que Dios existe; es un enorme milagro.

Normalmente papá cena en su cuarto, el cual está en el primer piso, de hecho, siempre se la pasa allí, y si no es así, es porque está trabajando. Valeria le lleva la cena, yo solo de vez en cuando. Pero él no es la única razón por la cual casi nunca tenemos cenas familiares, mamá también se la pasa en el trabajo, es obstetra y le subieron de puesto hace poco, además, se la pasa pidiendo turnos extra para ganar más dinero.

A mi hermana y a mí no nos importa mucho, al menos la casa no se cae a pedazos.

Hoy es uno de esos días en los que mamá no tiene turno y papá se ve sobrio.

—Pásame una cerveza, por favor —le dice a mamá.

Bueno... se veía sobrio.

Mamá deja de servirse su comida y se va a la refrigeradora para pasarle a papá lo que quiere.

—Oye y —habla mientras abre una lata de San Juan —... ¿De verdad tú y Ester ya son enamorados? —pregunta con un tuno de picardía.

Solo asiento, lo cual hace que él suelte una carcajada llena de felicidad y me de unos golpecitos en la espalda.

—Que bueno, ya hasta pensaba que eras medio chivo.

Esa última oración resuena en mi mente una y otra vez, como un casete malogrado.

Ya es la tercera persona que me lo dice.

—No le digas esas cosas —dice mi mamá sentándose en la mesa. Tiene un tono de voz firme, pero ni así logra intimidar a papá.

—Es mi hijo, yo le hablo como quiera.

Mantengo la cabeza baja, con miedo que comiencen a discutir, sin embargo, esto no pasa. Mamá solo suelta una respiración pesada y ordena que hagamos la oración.

—Hoy te toca a ti —me dice papá.

Asiento y me pongo en un modo reflexivo. Cierro los ojos y hago la misma oración de siempre, pero al rato se me comienzan a cruzar los pensamientos.

Mi boca dice "Por favor perdónanos por nuestros pecados..." y mi mente solo dice:

Como los que tú estás cometiendo.

"Líbranos de todo mal"

A Dios no le gustará nada lo que haces.

Incluso llego a trabarme casi al final, me muevo un poco en mi asiento, de repente es como si todo fuera incómodo, hasta respirar.

—Amén —digo para acabar con mi mente, mi mayor enemigo.

Se escucha como todos dicen "amén" y comienzan a comer lo que preparó mamá. Una rica carapulcra.

Todo se mantiene en silencio, nada más se escucha el sonido de las cucharas chocar con el plato y la forma ruidosa que tiene papá para masticar.

—Hija —llama mamá sirviéndose un poco de refresco.

—¿Ma'?

—Tú papá y yo estuvimos ahorrando —dice con una sonrisa amenazando formarse en su rostro—. Si podremos llevar a dos de tus amigas al viaje.