❝ 𝗦𝗶 𝘀𝗼𝘆 𝘁𝗮𝗻 𝗲𝘀𝗽𝗲𝗰𝗶𝗮𝗹, ¿𝗽𝗼𝗿 𝗾𝘂𝗲́ 𝘀𝗼𝘆 𝘂𝗻 𝘀𝗲𝗰𝗿𝗲𝘁𝗼? ❞
━━ Completa. Extensión: Introducción + 40 capítulos + 3 especiales + Epílogo.
━━ Se prohíbe las adaptaciones como también la copia total o parcial de esta historia...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Una semana había pasado desde que Siwol y yo hicimos el trato.
Todo estaba yendo bien. Siwol prestaba atención a clases y hacía los trabajos y al terminarlas me pedía pasar tiempo con ella, ya sea cuidando a Minmin o solo teniendo platicas. Era increíble. Podía hablar con ella por horas y jamás cansarme o aburrirme, sobre todo cuando le hablaba de mí, Siwol me escuchaba con toda atención y eso me gustaba.
Todavía no había descubierto nada nuevo de ella o su vida, pero quería darle tiempo y no presionarla, sabía que debía recuperar la confianza que ella me tenía y que había perdido por el mal trato y estaba decidido a hacerlo contándole sobre mí.
Estaba dirigiéndome a la biblioteca cuando de repente visualice la silueta de Siwol detrás de la puerta del salón de arte. Parecía estar escuchando algo que no debía, así que me acerqué para detenerla.
—¿Qué es lo que haces? —pregunté tocando su cabeza.
Ella se sorprendió de verme por lo que me golpeó en el brazo izquierdo como consecuencia.
—¡Mierda, Heeseung! —exclamó molesta.
—¡Auch!... —me queje acariciando la zona afectada—. Eso dolió...
—Baja la voz —ordenó colocando su debo sobre mis labios—, o te van a escuchar...
Retiró su dedo y volvió a pegar su oído a la puerta.
—¿Quienes? ¿Por qué escuchas conversaciones ajenas? Sabes que no es correcto.
—Jay y Hajin —respondió en voz baja—. Últimamente los he visto algo distantes y quiero saber porque...
—¿En serio?
Imite la acción de Siwol y pegué mi oído a la puerta para escuchar la conversación. Era cierto que tenía mucha curiosidad por saber cual había sido la decisión de Hajin.
Ellos discutían, ambos sonaba molestos.
—Dijiste que es incorrecto escuchar conversaciones ajenas... —mencionó Siwol con una sonrisa, observándome.
—Pueden haber excepciones.
Ella rodó los ojos y volvió su concentración a la conversación.
«¡Te dije que me cansé de esto!» lo escuché gritar a Jay.
«¡Y yo también estoy cansada!» le gritó Hajin.
«¿Y qué? ¿Vas a decirme que tu decisión es no decir nada?»
«Sí, precisamente eso Jay. ¡Yo no quiero decírselo a mi padre!»
«¿Por qué?»
—¿De qué crees que estén hablando? —preguntó confundida.
