Capítulo 2: (Parte 1)

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Fuera, los brillos metálicos del sol contra los edificios cubiertos de acero y los ocres del atardecer, que Nilsa había dejado atrás al adentrarse en el Desguace, habían dejado paso a las luces artificiales de la vida humana. El silencio del día se había cambiado por el ajetreo del gentío y el sudor del sol veraniego en esas latitudes, había cambiado al vaho nocturno.

Sin el amenazante sol en el horizonte, Dragda escaló por el exterior de las ropas de la chica para acomodarse sobre sus hombros, calentando su cuello del clima ahora frio de la noche.

Ella, adentrándose en la marabunta humana que recorría las vías peatonales, se dejó llevar por la corriente en dirección al centro de Pandora. En el núcleo de la gran urbe se encontraba el Centro de Recursos, un laberinto de puestos ambulantes y establecimientos más algo cimentados, donde la vida nocturna cobra su sentido más salvaje, con pujas de grandes valores por Elixir de importación y gente mendigando para recibir su dosis vital. También el lugar donde se pone precio a las palabras; Cultura anterior a la Caída, espionaje empresarial, información de otras urbes superpobladas y los ecos del Bajo-mundo. Todo ello por unos módicos platinos y varios ceros detrás, aderezado con mentiras y favores.

Entre todo el caos de la multitud, con la mayor gracilidad que le permitió la acción de pasar a través de empujones, brazos y piernas de transeúntes, Nilsa consiguió llegar a una caseta más tranquila que el resto, llena de torres de documentos en equilibrio inestable, donde un joven con gafas redondas y mechones despeinados de color plateado la esperaba.

—Pilla esto Fey— le gritó la chica mientras le lanza un cristal de vial vacío al chico de los documentos, al mismo tiempo que se escabulle al interior de la caseta para hacerle compañía y dejar su abrigo blanco tirado de aquella manera— de parte de Solem.

Fey, recogiendo al vuelo el aparato y colocándose sus gafas de manera automática, inspeccionó el artefacto pasando la yema de sus dedos por cada cara del vial con forma tetraédrica. Tuvo cuidado de no cortarse con el lugar donde antes había estado la aguja que administra el Elixir, hasta encontrar lo que buscaba e inspeccionar las rugosidades que se encontraban en una de las caras del artefacto.

—¿De qué se trata esta vez? —preguntó girándose a ver a su amiga que ya se estaba acomodando en la tienda—¿Coordenadas? ¿Palabras clave? — murmuró mientras volvía a centrar su atención el prisma que sumergía en la luz directa.

—Ni idea, no me dijo nada sobre él. Quizás tenga algo que ver con Witchcraft, estaba conectado cuando he llegado y se ha largado enseguida. Solem no ha dicho ni mu', ya deberías saber que tiene paranoia persecutoria y por eso lleva el cacharro con él. — le contestó Nilsa, mientras se pasaba la mano enguantada por su cabello negro, desenredando los nudos resultantes del sudor por llevar el visor y caminar por el día.

—Por eso nunca soy yo el que va a verle. Esos dientes afilados y brillantes me dan grima. —Le contestó el chico haciendo con la mano la imitación de una marioneta, con boca que se agita ladeándose— Aun así, algo tiene que haber aquí, hace meses que estamos detrás de esos archivos sobre los días de la Caída y no hay manera de encontrarlos. Cuando recibimos el primer chivatazo parecía un gran descubrimiento, pero ya no sé si va a valer la pena si acabamos gastando más recursos en encontrarlos que los beneficios que nos va a dar todo el tema. Es de una época tan poco documentada que es casi tabú pensar en desentrañar como pasamos de las Ruinas del Nuevomundo a las ciudades nocturnas como Pandora.

—Ánimo Fey, somos buscadores de palabras por ese motivo. Si lo supiéramos ya todo, ¿qué sentido tendría nuestro negocio? ¿Ey tú, a donde crees que vas! —Exclamó la chica al ver a su mascota saltar fuera de los ropajes, para aterrizar sobre el chico que aun intentaba descifrar el código en el artilugio.

—Hola, Dragda— suspiró el chico mirando por debajo de los cristales de sus anteojos a la alimaña que se estiraba felizmente sobre su regazo. — Veo que hoy estás con energía de sobra. ¿Habéis salido durante el día a algún sitio? — añadió cambiando la vista del animal a la dueña.

—Oh, pues solo he dado un paseo más allá de los campos solares, puede que algún día encuentre pistas sobre alguna ciudad de la era del petróleo y esté lleno de información. Dicen que, al otro lado del continente, pasando los bunkers de Mirmidonnia, han encontrado un gran edificio sumergido, cuyo interior estaba repleto de cosas. Ropa, artefactos de tecnología e incluso algunos libros de historia antigua con partes sin estropear que se pueden leer. — conforme fue hablando los ojos de la chica se volvieron más brillantes reflejando las luces de neón de la ciudad y dio vueltas por la caseta emocionada con su propio relato, hasta que finalmente declaro con un suspiro a medio camino entre esperanza y hastío — Me encantaría encontrar un sitio así algún día.

—Lo veo negro Nilsa, nuestro alrededor está más que rastreado. Incluso si la gente de Pandora no se suele alejar de los límites de la ciudad para explorar y no hay nadie más que tú que salga en el día a comprobar que alguien se haya saltado una estructura gigantesca en medio de un desierto vacío. Incluso si fuera el caso, los drones de Prom ya se te habrían adelantado. — le desilusionó el muchacho con calma, al tiempo que le daba un ligero y divertido toque en la nariz al animal en su regazo.

—Desde luego eres un aguafiestas Silvercloud. —respondió ella, llamando al muchacho por su apellido para molestarle— Mejor céntrate en descifrar ese código y puede que, con suerte, encuentre mi ciudad perdida antes de los 21. Si te das prisa y la localizas antes de que pasen tres semanas, claro. — la joven se quitó entonces los accesorios más voluminosos de su vestimenta, como las placas de tejido reforzado que se había colocado bajo la ropa, y se lanzó a una sencilla hamaca de tela colgada en el centro de la tienda, protegida de miradas inoportunas tan solo con un biombo entre la mesa donde Fey trabajaba y ella. — Despiértame en un par de horas o cuando tengas alguna pista. — añadió Nilsa como última nota a la conversación antes de caer rendida por el cansancio y el sueño.

[Nilsa #1.] Ciudad de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora