Capítulo 5 (parte 1)

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La bestia embestía contra las puertas, en su intento de atravesar la entrada de las instalaciones. Su cabeza chocaba con el metal, con un hocico largo pero chato, protegida con protuberancias y armado con cuchillos de hueso amarillento que asomaba a los lados como los colmillos de un cerdo salvaje. Sus patas, anormalmente anchas empujaban también la puerta con el fin de abrir el hueco.

Nilsa disparó una ráfaga de balas al rostro de la bestia, con el pulso más estable que la situación le permitía. Algunas acertaron de lleno, pero la criatura no cesó en su intento de acceder al interior, ahora con manchas sanguinolentas en el pelaje pardo y poco espeso, escondiendo la piel dura como cuero bajo el fluido rojo oscuro. Los sonidos que emitía seguían inhumanamente poco animales, si eso tenía algún sentido, a medio camio entre un alarido de furia y un gruñido animal.

La segunda ráfaga de munición le arrancó una de las orejas, pero los daños al ser seguían siendo mínimos y las puertas comenzaban a ceder a su peso. Los crujidos indicaban que ya estaban cerca de venirse abajo y las paredes del centro de investigación vibraban, cayendo casquillos de mineral del techo, cuando un sonido fuerte de choque sonó en las afueras y el animal fue violentamente llevado fuera de la vista de la muchacha con él. Tras unas respiraciones que se hicieron eternas, Nilsa se asomó a la entrada, rifle en mano, y contemplo la escena en el exterior.

Lo primero que vio fue el automóvil; Un antiguo 4x4 para el uso forestal, estrellado con el morro completamente destrozado y humeando. Lo siguiente fue la bestia. La criatura media tanto como el vehículo, las extremidades traseras eran fuertes, pero considerablemente más cortas que las delanteras, dando la impresión de que se mantenía erguida, su lomo era ancho y musculoso, brillando pegajoso por la cantidad de sangre que brotaba de las heridas que le había producido el impacto y los nuevos agujeros de disparo que le estaban infringiendo un grupo de desconocidos armados.

Estaba procesando toda la información cuando oyó que la llamaban. Una mujer en una moto le tendía la mano. Su rostro estaba oculto por un casco, pero una gruesa trenza rubia sobresalía por detrás. Nilsa agarró, sin pensarlo dos veces, la mano enguantada y subió de un salto al asiento del vehículo, agarrando la mujer por la cintura, sobre el traje protector de motorista, y sintió un tirón al ponerse en movimiento, saltando entre las rocas y más tarde entre ramas. La bestia pareció darse cuenta de su huida e hizo amago de ponerse en persecución de su objetivo inicial, pero se quedó frente a las instalaciones, retenida por los esfuerzos de los sujetos con armas de fuego.

Al llegar al inicio del bosque, en un punto diferente a donde acampó previamente ella, se detiuvieron. El corazón aun le latía rápido ante la visión de la criatura, diferente de todo aquello que creía conocer.

—Debe ser la primera vez que te cruzas con uno de los grandes, seguro que tienes mucho que procesar— dijo la motorista, sacando a Nilsa de su propio mundo colapsado. Al quitarse el casco la claridad de la noche veraniega brilló sobre la cara de la mujer, con gotas de sudor resplandeciente sobre la superficie de la piel. Continuó hablando mientras la examinaba con su mirada con ojos grandes y castaños claro—¿Estás herida? ¿Puedes hablar?

Nilsa asintió lentamente ante las palabras amables de la mujer. Quería hacer muchas preguntas, pero su boca solo se abrió un poco para volver a cerrarse y tragar la poca saliva que producía su boca. La sangre aun fluía rápido por su organismo y la oía martillear sus tímpanos recordando a los disparos de su rifle poco tiempo antes. La boca le sabía metálica y la saliva no había suavizado el dolor de garganta que comenzaba a salir, producto de haber gritado en algún momento sin darse cuenta. En consecuencia, tosió violentamente y se tapó la boca con la mano. Al retirarla vio una mezcla de moco rojo y verde entremezclado en saliva.

—¿Agua? — le volvió a ofrecer la mujer, tendiéndole una cantimplora de más de un litro, como si no le importara compartirla pese a su precio. Sus ojos pasaron de la amabilidad a la preocupación mientras Nilsa cogía despacio el contenedor de líquido. Se relamió los labios y habló en un tono más grave que el que había usado hasta el momento — Mira, lo que ha pasado allí detrás puede ser impactante, pero pareces una chica fuerte, vi que cuando llegamos ya habías disparado a esa cosa. Por eso te voy a pedir que vengas con nosotros, de vuelta a Pandora, y no se lo cuentes a nadie. Si necesitas hablar y estas dispuesta a colaborar nosotros todo irá bien, si no quieres colaborar tendrás que callarte, no podrás decirle nada de esto a nadie, bajo ningún concepto. La tercera opción no me gustaría usarla, de verdad, pero si llamas demasiado la atención tendremos que borrar cualquier huella que nos vincule contigo, señalarte como la única aquí hoy y ya otros se encargarán del trabajo sucio... — El final de la frase quedó en el aire, como incompleta. La mujer exhalo aire y miró hacia ningún punto en el cielo, dando un poco la espalda a Nilsa.

Más para procesar para Nilsa. Estaba de nuevo envuelta en hilos de gente trabajando detrás del escenario principal y eso casi nunca salía bien. La respuesta parecía elegida sin posible oposición. Confiar en unos desconocidos no era lo más seguro, pero pocas alternativas se presentaban y era importante seguir con vida para llevar a cabo sus metas. La oportunidad llama a la puerta pocas veces y Nilsa no iba a dejar que escapase la posibilidad de jugar al mismo juego que los demás jugadores sobre el tablero.

—Está bien. Llevadme a Pandora y no habrá problemas, pero necesito saber quién sois y a que os dedicáis. No voy a venderme a unos completos desconocidos. Si algo me huele raro estoy fuera y seréis vosotros los expuestos. — dijo con mirada decidida.

La mujer se dio la vuelta a la velocidad del relámpago. Su cara era un verdadero poema de incredulidad, parpadeando para quitarse el estupor del rostro y cediendo ante la risa.

—¡Vaya que si puedes hablar! — dijo en una carcajada. Las arrugas crecieron alrededor de los ojos al reír — De verdad que los tienes bien puestos chica, es algo que me gusta en la juventud. Está bien, creo que puedo hablar en nombre de mis camaradas, eres un riesgo asumible. Sube a la moto, el viaje de vuelta será más rápido que el de ida si has venido hasta aquí a pie y tampoco es que quede demasiado tiempo hasta que nos achicharremos. —Señaló con un gesto de la cabeza hacia el horizonte, donde el cielo empezaba dejar de ser azul oscuro.

—¡Un momento! Primero necesito que me digas tu nombre, el de verdad, como voto de confianza— dijo Nilsa sin moverse del sitio, mientras la mujer le daba la espalda y volvía a colocarse el casco de moto.

—Puedes llamarme Arai, pero deberías llamarme capitana de ahora en adelante. —respondió al tiempo que pasaba su pierna sobre el asiento.

Entonces sí, Nilsa siguió a la mujer hasta el vehículo y se subió en la parte trasera. Se agarró a la cintura de la mujer y observó el paisaje que iba aclarándose a contra reloj mientras volvían a la urbe que perdía el brillo artificial, en contraposición al cielo.

[Nilsa #1.] Ciudad de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora