Capítulo 11 (parte 2)

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Mientras aún estaba enfrascada en sus propios pensamientos, una figura sigilosa como una sombra entró al local. Se dirigió a la barra, donde Solem señaló con la barbilla hacia Nilsa. Se sentó a una distancia prudencial, una banqueta de separación con la joven, que fue consciente del movimiento gracias a su visión periférica entrenada por la experiencia.

La forma era de un joven de ropa oscura, con el pelo negro como el carbón, recogido en una coleta baja, que dejaba el flequillo flotar sobre un rostro anguloso y claro.

­­—Imagino que tu eres Nilsa, la chica nueva— dijo él sin mirarla a la cara— La capitana no dijo que serías tan... Bueno, tan así— una sonrisa se dibujó en sus labios, grandes y respingones.

La joven parpadeó sorprendida. Era innegable que era una persona bella y además parecía pertenecer a la organización de Tamayka. Mientras analizaba el perfil delicado de la persona a su lado, sus largas pestañas y su nariz, chata pero puntiaguda, los ojos de Nilsa se abrieron mucho más al darse cuenta de su error. La sombra se estiró con la gracia de un gato, pasando sus largos brazos sobre su cabeza y curvando la espalda hacia detrás, pegando su ropa a su torso delicadamente contorneado por curvas. Era una mujer, terriblemente bella y andrógina.

Sin que Nilsa tuviese tiempo de responder, su interlocutora se giró y habló.

—¿Llorando por hombres? — dijo mientras acortaba distancias y clavaba sus ojos negros en los de la joven— Si lo necesitas, yo soy mucha mejor compañía.

En tan solo un movimiento, ágil y demasiado veloz para procesarlo por completo, la mujer estaba a centímetros de la buscapalabras, y su mano se acercaba a la mejilla de la misma.

Nilsa se apartó como si un resorte la activase. Usó la manga de la camiseta para secarse el rastro que le había quedado en la cara y le devolvió la mirada a la extraña que se había presentado frente a ella, conteniendo el sonrojo que le subía desde las orejas hacia las mejillas y que le calentaba en el estómago.

—¿Quién eres y que quieres de mí? — preguntó con un tono que hubiera querido sonar más convincente. En otro momento lo habría logrado, pero la había pillado en el único momento en el que había bajado las defensas y con el Elixir algo debilitado en su organismo, el coctel le había achispado un poco la cabeza.

La mujer del flequillo negro se reincorporó y se sentó de nuevo en una banqueta, esta vez en la que estaba justo junto a Nilsa. Su cara era de autosuficiencia y su sonrisa torcida se abría ampliamente como la de una hiena hambrienta, mostrando los colmillos.

—Me llamo Nirvana, pero la gente suele llamarme todo tipo de cosas. Dependerá de ti cual apodo eliges— entornó los ojos, mirando hacia algo más allá que la propia joven, casi como si juzgara su corazón. — Pero supongo que puedes llamarme Nirva o compañera, novata.

La cara de Nilsa fue bastante clara sobre lo que pensaba porque la extraña se rio sonoramente, con una carcajada seca mientras abría aun mas la boca y echaba la cabeza hacia atrás, haciendo temer a Nilsa que se fuera a caer de la banqueta.

—La capitana a veces no tiene remedio, no te ha explicado nada ¿Verdad? — volvió a hablar Nirvana—Espero que esto sirva, si no va a empezar de ser gracioso.

La mujer pasó a Nilsa una hoja doblada de papel no vegetal, sellada con cera por el punto donde el filo de la hoja terminaba sobre un pedazo del envés de la otra cara. Nilsa lo rompió con cuidado y desdobló el folio. En él había un emblema de tres estrellas sobre una luna en cuarto creciente, marcado con una impresora térmica y debajo rezaba el texto:

Bienvenida al Club privado de la Noche Cerrada.

Esperamos que tu estancia en nuestro registro sea duradera y fructífera. Como regalo de bienvenida te presentamos a tu nueva acompañante personal, Nirvana. Ella te explicará las actividades que se llevarán a cabo en el Club durante las siguientes semanas.

Saludos tu madrina en el Club, Tarántula.

Después de una primera y rápida lectura, Nilsa estuvo a punto de preguntar directamente a la mujer que ya había pedido una bebida para si misma, pero al ver que la expresión de esta se había endurecido, en una mueca de molestia silenciosa, se lo pensó de nuevo y volvió a leer la nota.

No era una clave o argot, la nota realmente decía aquello que quería decir, con un pequeño desliz de algunas palabras. Si lo que había dicho la mujer era real, conocía a Tamayka y Araignée. Tarántula debía de ser el nombre en clave de esta. Por tanto, la nota era una bienvenida a la rebelión y Nirvana la persona asignada para trabajar junto a ella.

Cuando terminó sus conclusiones miró de nuevo hacia Nirva , que ya se acababa su jarra de cerveza, y asintió para decir, con la voz recompuestas:

— La nota dice que debes informarme de las actividades de la semana, ¿por dónde empezamos?

La mujer miró de reojo, primero analizando las palabras de la joven y luego, con una carcajada muda, como si le contaran el mejor chiste del mundo, recuperó su sonrisa maliciosa. Se levantó de su asiento y Nilsa fue consciente de la envergadura de la mujer, que fácilmente dejaba en ridículo a la mayoría de los hombres por un par de cabezas.

—En ese caso, creo que deberíamos empezar por los puntos de contacto. No puedo buscarte siempre en este sitio, por más que me apetezca tomarme alguna que otra copa con jovencitas guapas.

Al terminar esa frase, la mujer ya había dado un par de largas zancadas hacia las escaleras de la entrada y Nilsa tuvo que aguantar el regreso de ese calor de vergüenza mientras la alcanzaba en el camino.

[Nilsa #1.] Ciudad de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora