Vida cotidiana

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Me encuentro dándole de comer a Miya cuando de repente me llego un mensaje, de Quan Sheng.

-[Chaoyue, ya esta hecho lo que me pediste.]

-[Bien, lo sé, gracias.]

-[¿De verdad valió la pena exponerse? ¿Y si él se da cuenta? Nuestro plan se irá por otro rumbo y no podremos vencerlo, además esto también afecta al grupo Yang, ¿estás segura de continuar?]

-[Lo estoy, confía en mí, el prototipo este casi listo.]

-[Bien, seguiré vigilando.]

Las siguientes tres semanas pasaron con mucha tranquilidad o otras me la pasaba debatiendo con Yun Xi por cosas sin importancia, como por el sabor de snacks para comprar o comida a domicilio, también defendía mi helado, compro diez botes por semana los cuales tuve que reducir a cuatro y además convidarle, yo no puedo vivir sin comer helado. A veces me obliga a salir a la calle en la noche para pasear a Miya, se puede hacer adentro hay mucho espacio, también me obliga a salir al supermercado en vez de pedir todo a domicilio, se atrevió a hacerme subir en su carro en la parte de enfrente, he peleado muchas veces con el, pero de una u otra forma se nos pasa.

También puede ser porque hay veces que me desquito de el cambiando la contraseña de la puerta, antes de que llegue a trabajar, es un método realmente efectivo para desahogar mi enojo, escuchándo como toca el timbre desesperadamente, es como si fuera una dulce melodía.

Mientras salía de mi estudio de arte, ya que por fin he terminado toda la exposición que quiere el presidente Han con éxito, escuche como Yun Xi, toca desesperadamente el timbre, esta vez no fue la excepción, ya que se atrevió a hacer que saliéramos a hacer ejercicio afuera en un parque cerca del edificio.

-¡Vamos, Chaoyue, dejadme entrar, mañana aremos ejercicio en casa, tic, tac, tic, tac- sonido de timbre- tic, tac, tic, tac, esta semana compráremos dos botes más de helado, ¿de acuerdo?

Al escuchar eso rápidamente fuí a abrirle la puerta.

-Infantil...

Dijo dándome un pequeño golpe gentil en la nariz, solo le sonreí satisfecha de lo que conseguí, se quito los zapatos y m pregunto:

-¿Tines hambre?

Asentí con la cabeza y él me sonrió con burla, esta noche a le toca hacer la cena.

Se fue a cambiar y cuando regreso comenzó a cocinar, se senté en la barra no tan lejos, con un bloc de dibujo, unos lápices y unos colores de dibujos, no siempre para muchas personas se puede apreciar a un hombre guapo cocinando, un sueño para muchas, una realidad para mí. El es alto, cuerpo como de modelo, tes de un color perfecto, cabello un poco despeinado pero hermoso, cara bien estructurada, seguramente ganaré mucho con su dibujo.

Me distraje dibujando hasta que, levante la vista para seguir observándolo y el esta muy cerca de mí.

-¿Qué haces?

Le mostré el dibujo admitiendo totalmente mi error, no es la primera vez que lo dibujo, así que solo lo miro y sonrió con felicidad.

-Nada mal, vamos, es hora de comer.

Dejo el bloc de dibujo en la mesa y lo ayude con unos cuantos platos, para llevarlos al comedor. Nuestras comidas son tan comunes y extraordinarias a la vez, me plática de cosas de su trabajo y yo con lenguaje de señas le platico de mi día en casa.

-Por cierto, mañana es fin de semana, ¿por qué no vamos a dar un paseo a un lugar divertido...?

Negué con ambas manos, también que estaba y otra vez me quiere obligar a salir.

-Vamos, te prometo que es un lugar sin mucha gente que te encantará.

Lo miré con duda y él me miro con ternura a la que no me pude resistir, así que asentí con la cabeza, una vez que terminamos de comer, nos fuimos a ver la televisión, hoy es el episodio final del programa, el día en el que se sabrá a quien le toca lavar los platos por un mes.

Estábamos tan atentos al programa mientras comemos palomitas de maíz caseras, ya esta la ronda final, podemos sentir el suspenso cuando están a punto de dar los resultados y... ¡gane yo! Salte de emoción, luego me volvi a sentar y lo abrace. Cuando me di cuenta de lo que hice me parte rápidamente.

-[Lo siento... yo...]

Le dije con lenguaje de señas y el solo me despeino levemente mi cabello.

-No pasa nada, es hora de dormir.

Nuestras habitaciones están frente a frente, pero yo me pase de largo para subir al segundo piso, pero el me alcanzó y me cargo hasta acostarme en mi cama.

-Es hora de dormir, mira te traje un vaso de leche tibia, te ayudará a dormir.

Me entregó un vaso que se encontraba en un mesa de noche a lado de mi cama, ni siquiera me di cuenta en que momento se levanto y entro a dejarlo, me observo atentamente mientas la bebía una vez que la termine, me acosté y el salio de mi habitación no sin antes decir:

-Buenas noches.

Le sonreí en forma de repuesta, ya me he acostumbrado totalmente a su presencia y cada vez más recuerdos de él en la infancia me llegan, es realmente bueno tenerlo nuevamente en mi vida, ya que la hace menos aburrida y menos vacía.

El silencio de tú vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora