Capítulo 12

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El ruido de las personas no le molestaron en absoluto.

Se encuentra sentada sobre una de las mesas de madera que están en la plaza. Escucha a un par de doncellas bailar mientras que otras se encuentran bailando al ritmo de la música, si no tuviera su mirada en el escrito que tiene en sus manos, ahora mismo estaría viendo a esas lindas doncellas bailar.

Está escribiendo todo lo que tiene en su mente. Su mano se mueve rápidamente como si su vida dependiera de ello. No pudo evitar reír mientras escribía lo último, miró hacia la derecha y la izquierda para ver si nadie la estaba viendo.

¿Qué pensarían de ella si la viesen ahí mismo, con una pequeña sonrisa en su rostro, pero escribiendo cosas que ni las mismas almas se imaginaban?

Suspiró.

Sabe que él no tardará en llegar, por lo que puede estar un poco relajada. Volvió su vista hacia lo que tiene escrito, su letra es la más extraordinaria o al menos eso le han dicho varias personas, incluso se podría decir que cualquier doncella podría saber quién es con tan solo ver su letra.

«—...Él era mi alma gemela, aún lo es. Quería llevarlo conmigo para protegerlo de todo el mal qué hay en el mundo, pero no pude hacerlo. Él no quería ir conmigo. Traté de convencerme de que estaría a salvo en su propio hogar, que nadie podría lastimarlo estando en su hogar. Que tonto fui al pensar eso. Jamás pude haber imaginado que él moriría en manos de su hermano. ¿Ya estás feliz? ¿Cómo te sientes luego de haber matado a tu hermano? ¿Como te sientes luego de haber matado al amor de mi vida?»

Cerró sus ojos en cuanto leyó lo que había escrito hace unos cuantos segundos. Sabe que hace falta algo en eso que ha escrito pero no sabe qué podría ser.

En otra hoja volvió a escribir lo mismo, agregando un poco más de palabras y quitando otra que según ella eran completamente innecesarias. Cuando leyó de nuevo lo que había escrito, se dijo a sí mismo que estaba mejor que antes, pero que aún así debería trabajar bien en eso.

Sintió como alguien se ponía detrás suyo. Había llegado antes de lo esperado, pero aún así hizo como que no se dio cuenta de su presencia. Incluso fingió que no sentía su mirada sobre su mano, la cual se mueve con suma lentitud.

—¿Que estás escribiendo, joven doncella?— su voz era cálida y gruesa, casi hace que de un brinco en donde está sentada ahora mismo. Escuchar su voz detrás suyo la hizo sentir un poco ansiosa y nerviosa al mismo tiempo.—Pareces feliz cuando te encuentras escribiendo.

Hizo lo posible para relajar su cuerpo, sabe que él no le haría daño. Jamás daña a aquellos que parecen ser inocentes.

Se acomodó las lentillas que su señora le había regalado hace tiempo, esas que tanto cuida porque tienen un gran valor sentimental.

—Una historia — dejó la pluma de lado. Giró para ver al hombre que está detrás suyo, sonrió cuando sus ojos vieron los ojos de aquel hombre,— ¿quiere que le cuente más, primer príncipe Daesiel?

—Así que, sabes mi nombre.

—Cualquiera podría saber su nombre. No solo porque es el primer príncipe del primer reino, sin olvidar que es el primer cuento. Dejando de lado el hecho de que no suele salir del palacio, para mí sería fácil reconocerlo con solo escuchar su voz — se hizo a un lado para que el príncipe tomara asiento.—Esta doncella estaría feliz de estar sentada junto al príncipe.

Daesiel tomó asiento a un lado de ella, no importándole el hecho de que ella no le haya hecho una reverencia. Estaba de buen humor, así que no le importaba como fueran con él.

La princesa renacida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora