Capítulo 24

82 11 34
                                    

Shimhir respiró hondo.

Se encuentra en uno de los balcones qué hay en el palacio, admirando la bella vista del primer reino. Es tan diferente al tercer reino, el cielo no se encuentra nublado como en su hogar, tampoco hay una corriente de aire fresco revoloteando su cabello, mucho menos ese olor a tierra húmeda. Más bien, estar en el primer reino es más caluroso.

Sintió como una gota de sudor comenzó a descender por su frente, por lo que se aseguró de limpiar el sudor casi de inmediato. Está a nada de ir con el quinto príncipe y pedirle que le haga un abanico para echarse aire fresco, ya que, ver al quinto príncipe con ese abanico le está dando envidia.

Miró su muñeca derecha, se le hizo un poco extraño no ver esa pulsera color morada que desprendía rayos a cada rato.

No se ha tomado la molestia de buscar a Boran, debe estar por alguna parte del palacio. Lo más probable es que alguien más haya tomado esa pulsera y conservado, por lo que podría estar en cualquier lugar del primer reino.

Suspiró.

De pronto miró sus manos, hizo que unos cuantos ratos morados salieran de estas. Los rayos eran tan pequeños que resultaron ser un poco tiernos. Uno de los tomó una forma humanoide, por lo que comenzó a caminar por la mano del tercer príncipe, quien lo veía curioso.

El rayo tomó a otro más pequeño, hizo que tomase la forma de una espada. El pequeño rayo comenzó a mover esa espada de un lado hacia otro, como si se encontrara luchando contra un enemigo igual de pequeño que él. El tercer príncipe lo veía con sumo cuidado, hasta que segundos después deshizo sus rayos de inmediato, haciendo que ese pequeño rayo también desapareciera.

Shimhir volvió a soltar un suspiro, esta vez más pesado y largo que el anterior.

Hace un par de minutos atrás tuvo una larga conversación con su madre, ella le dijo que regresarían juntos al tercer reino cuanto antes. Shimhir se negó, diciendo que quería pasar un poco más de tiempo con los príncipes, pues hace tiempo que no les veía. La tercera reina lo había mirado incrédula, mientras le decía que Shimhir que en realidad quería quedarse para pasar tiempo con la primera princesa. Él se había quedado callado, y, lentamente salió de los aposentos de la tercera reina.

Su madre siempre ha sido muy estricta con él, siempre ha estado viendo a sus concubinas, pues no quiere que cualquier mujer esté cerca de su hijo. Es por eso que Shimhir no suele pasar mucho con su harem, tampoco es como si le interesara estar junto a esas concubinas, las cuales suelen tener peleas entre sí de vez en cuando.

—Es un buen día — escuchó una voz detrás suyo, giró rápidamente para ver a la persona que ha entrado en el balcón.

La primera princesa viste un vestido de tono rojo claro, el cual hace que su piel se vea blanca. Tiene su cabello suelto, por lo que sus rizos están un poco desordenados. Shimhir le dio una sonrisa cuando se acercó un poco.

Bajo un poco su mirada para ver la marca de camelia que Arwen tiene sobre sus clavículas, ella se dio cuenta de esto. Shimhir desvió su mirada de inmediato, a este punto ya tenía sus mejillas rosas.

—¿Te gustan los tatuajes?— preguntó.

—Sí — respondió de inmediato —. Me hice uno hace años.

—¿De verdad?

El tercer príncipe asintió —. Está en mi cadera, por lo tanto no puedo enseñarlo.

Arwen rio nerviosa, por lo bajo.

Se acercó al barandal de mármol del balcón, suspiró. Trató de actuar normal, aunque en realidad está tratando de no decir que odia el vestido que tiene puesto, es un poco apretado, largo y le hace tener mucho calor. Su madre le dijo que se pusiera dicho vestido, pues están celebrando su cumpleaños, por lo que debe estar más que presentable.

La princesa renacida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora