Capítulo 30

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El séptimo reino es un caos.

La sexta príncipe Yú está luchando contra varios guardias que pertenecen al séptimo reino, ellos la atacan como si fuese nada, como si asesinarla no tuviera consecuencias. A Yú no le interesa morir en ese preciso momento, lo único que quiere es acabar con el hombre que lo ha iniciado todo, no dejará que nadie más que ella le corte la cabeza al séptimo rey.

No muy lejos de ella se encuentra la sexta princesa Sulin, quien parece tener un poco de problemas para seguir luchando, ya que el parche que tiene en uno de sus ojos ha resultar ser una completa molestia. No se sienta cansada en absoluto, más bien se sintió un poco preciosa ya que su hermana no ha dejado de decirle que será mejor llegar al palacio cuando antes.

Debe admitir qué hay veces en las que Yú es una completa molestia, aunque sólo cuando se encuentra enojada o desesperada.

—Ven aquí — tomó a Yú del brazo y comenzó a correr lejos de los guardias, los cuales dejaron de seguirlas cuando las perdieron de vista —. Tienes que calmarte, no le insistas a tu corazón querer tomar la cabeza del séptimo rey, porque lo único que conseguirás es llenarte de odio. Nuestro padre no querría verte llena de odio... a ninguno de nosotros.

—Hermana — murmuró por lo bajo, jadeó al sentir que sus heridas ardían y dolían al mismo tiempo, lo algo estaba seguro y era que terminaría con demasiada cicatrices de las cuales podría presumir en algún futuro no muy lejano —. Mi corazón se llenó de odio en el momento en el que me dijeron que habían asesinado a mi padre, matar al séptimo rey será la forma en la que se purifique.

—No dejaré que hagas tal cosa — frunció el ceño —, ¿acaso a sabes cómo es el séptimo rey? Nadie jamás le ha visto el rostro, y nadie jamás ha visto tu estilo de pelea. Si te enfrentas a él, terminarás muerta antes de dar tu siguiente paso.

Yú chasqueó su lengua y soltó un bufido, apartó su mirada pero Sulin la tomó del mentón para que la viese a los ojos.

—Escucha, aún eres joven e imprudente. De tres hermanos eres la más tonta, perdón que te lo diga. Pero no actúes con odio, no luches con odio, de lo contrario morirás con odio y no en paz.

Terminó resoplando.

—Sabes, hay veces en las que te pareces mucho a Rave.

—Somos hermanos, es claro que debemos parecernos — Sulin enarcó una ceja.

—No me refería a eso — rodó los ojos —, olvídalo. Hay que regresar, aún no he agotado toda mi energía.

—Bien.

Ambas hermanas se miraron por unos segundos antes de salir del escondite en el que se encuentran, corriendo por todos lados tratando de llamar la atención del ejército enemigo. No se iban a dejar vencer tan fácilmente, además de ser las sextas princesas eran guerras, fuertes y valientes. Ellas no dudan en tomar una espada y romper sus vestidos para mancharse de sangre, podrían ser todos menos delicadas. Algo que no se veía siempre en una princesa.

Yú creó una segunda espada para luchar un poco más a gusto, ella ama las cosas filosas y de buen brillo. Hubo una vez en la que su padre le regaló un par de cuchillos muy filosos, estuvo estrenando con esos cuchillos durante una semana entera, varias veces el sexto rey la hágalo por su buen espíritu de pelea.

Se podría decir que el sexto rey mimaba mucho a Yú, es cierta forma era normal teniendo en cuenta de que era su hija menor y la que más parecido tenía a él. Rave y Sulin normalmente pasaban tiempo con su madre y muy rara vez con su padre, las pocas veces en las que los tres hermanos se juntaban era para ser entrenados por el sexto rey, quien podría llevar a ser muy duro incluso con sus hijos. El sexto rey quería que sus hijos fuesen fuertes, valientes y nobles, quería que tuviesen tanto de él como de la sexta reina, lo consiguió.

La princesa renacida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora