Aún así... Te amo - Juan Pablo Villamil

Capítulo 2

Alguna vez han escuchado esa frase de "El amor nos pone la vida patas arriba".

Pues ocasionalmente lo dicen cuando una persona está enamorada, pero, ¿y si lo has estado siempre?.

Si mi vida de por sí ya estaba patas arriba, ¿en el amor es igual?, pues si, pero peor.

A todos nos a gustado alguien alguna vez en nuestra vida. Todos hemos tenido ese amor platónico, el cual no es correspondió, pero aún así siempre vivirá en nuestros corazones.

Yo Kate Vargas he estado enamorada de Juan Pablo Villamil desde que tengo memoria.

Mis padres dicen que desde pequeña él era mi favorito, que siempre pasaba apegada a él, pero con el pasar de los años todo cambió, excepto mis sentimientos.

Martin, mi mellizo, es la única persona que lo sabe, Martin sabe cuanto me desvele por sus regalos de cumpleaños, Martin sabe cuantas canciones le dedique y le escribí en secreto, Martin sabe todas las noches que lloré por él, Martin sabe todo.

Y eso es lo malo del amor, vivir toda la tragedia del sentimiento a escondidas. Tal vez se preguntan ¿por qué no lo olvidas y buscas a alguien que de verdad te merezca?.

Eso ya lo hice y no salio como lo pensé.
Hace unos meses termine con mi primer novio, Thomas, era un amor de persona, pero me lamento por nunca amarlo como él me amo a mi.
Él se dio cuenta y a pesar de todo me pidió que sea feliz con esa otra persona que amaba.

Aún somos amigos y a veces le agradezco tanto a la vida por a verme mandado a Thomas. Pero me di cuenta que mi corazón solo le pertenecía a alguien, Juan Pablo Villamil. Y hay veces que lo odio, y también a Simón, no me malentiendan, pero por su culpa lo tenía que ver todos los días, aunque también era una bendición, ¿Quién no quiere ver a su amor platónico todos los días?, pero así no podía olvidarme de él.

Sentí mi cuerpo chocar con fuerza al asiento del auto. Mamá pensó que era una buena idea que Martin manejará a la casa de la Familia Isaza Piñeros.

–Prefiero que Simón manejé – hablé mientras me sacaba el cinturón de seguridad.

–Exacto, yo no voy a hacer que se les dañe la columna en medio camino – dijo mi hermano mayor.

–Chicos por favor – nos regaño mamá – Martin hace lo que puede, además Simón, tú también eras así al comienzo, y usted señorita – me señaló – ya tiene que estar aprendiendo a manejar ¿no cree?.

–¿Para qué? – pregunté – si ya tengo a dos chóferes privados – salimos del carro.

– No que no le gustaba como manejaba – habló Martin por primera vez desde el trayecto.

–A veces hay que hacer sacrificios hermanito.

Nos acercamos a la puerta y mamá tocó el timbre.

Susana fue la que nos recibió y después de ella Malta, la estrella del día.
Salude a mi amiga con un gran abrazo y luego me tire al suelo para hacerle mimos a Maltita.

–Parece que la quieres más a ella que a mi – dijo la morena.

–No seas boba, pero hoy es el día de Malta y ella merece todos los cariños del mundo – tomé la carita de Malta en mis manos – ¿verdad princesa? – comenté con aquel tono de voz peculiar, que toda persona hacia cuando veía a un perro o un bebe. La pequeña solo movía su colita.

–Malta eres una traicionera – apareció Isaza.

–Ella me quiere más a mi – me levante del suelo y fui a darle un abrazo, aunque él es mucho más alto que yo y tenía que levantarme en puntas.