Capítulo 19

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Después de convencer a mamá de que yo arreglaba mis cosas, Alice y mi madre se fueron dejándome sola con Martín.

Recorrí mi habitación. Parece como si hubiera viajado en el tiempo, todo estaba exactamente igual como hace cinco años. Me di vuelta y me encontré con Martín quien me miraba con una sonrisa. Volví a abrazarlo.

—Te extrañe demasiado — susurró en mi odio.

—Yo igual — nos separamos, pero nos tomamos de las manos para volver a la planta baja.

Iba a ir con Marto donde los chicos, pero mamá nos detuvo.

—Se que no se quieren separar, pero usted señorita tiene que comer — me señaló.

—Más tarde Ma — habló Martin, mientras hacía un puchero.

—Aquí si te falle hermanito, tengo una hambre atrasada y extrañe mucho la comida de mamá — mencioné con una sonrisa, mamá se acercó para rodearme uno de sus brazos.

—Está bien, estaré afuera con los chicos, ya sabes sales y... — interrumpí a Bachi.

—Martin, yo también viví aquí no me voy a perder.

Mi gemelo me sacó la lengua y yo le golpeé el brazo antes de irme con nuestra madre.
Al llegar a la cocina mi mamá ya tenía servido mi plato de comida.

—Bandeja paisa desde Colombia — mencionó mi mamá mientras me ofrecía el plato. Apresurada tomé una cuchara y agarre una porción para luego llevarla a mi boca.

—Por Dios — murmure con emoción — no sabía que había extrañado tanto tu comida — miré a mamá con una sonrisa.

—Pareces niño chiquito con juguete nuevo — bromeó mamá — si quieres puedes comer afuera.

—No tranquila, prefiero comer aquí sola, sin que nadie me interrumpa mi perfecta comida — mamá rio.

–Esta bien cariño, pero hazme el favor y mastica, no tragues porque luego te vas a atragantar — me apuntó con su dedo de una forma autoritaria — aquí hay refresco.

Sin más mamá se fue y me dejó sola disfrutando su comida, la verdad si había extrañado demasiado esto. Bueno, no solo la comida, claro que a mi familia y estar en mi casa. Un ruido me sacó de mis pensamientos, alguien entró a la cocina, disimuladamente vi con el rabillo de mi ojo.

Juan Pablo Villamil.

Entró a la cocina medio cabizbajo, al parecer le incomodaba mi presencia. Se acercó la nevera y sacó dos cervezas de ahí, tomó el destapador de botellas y las abrió.

No les voy a mentir, Juan Pablo está muy atractivo, definitivamente los años le habían favorecido. Se había dejado crecer la barba y vaya que le quedaba bien. Era tan diferente, pero tan igual a su versión de hace 5 años. Estaba más alto y había agarrado más cuerpo.

Se volteó y agache mi mirada al plato.

—Provecho — habló, alcé mi mirada y choqué con sus ojos verdes, me sonrió.

—Gracias — le sonreí. Parecía que dudaba con si mismo y se acercó un poco al mesón donde estaba, él de un lado y yo del otro.

—Y ¿Cómo estás? — preguntó algo nervioso, lo noté por su tono de voz.

—Muy feliz — mi sonrisa se ancho — ¿y tu?.

—Bien, bien — nos quedamos en silencio — ¿Qué tal te fue en Canadá, es bonito haya?.

—Me fue muy bien y si es muy lindo. La comida es buena, pero no tan buena como esto — señale el plato y él río — aparte el país en si es como más liberal y me encanta, y hay demasiadas galerías de arte en todos lados — mencioné con felicidad — haya hace mucho frío, al comienzo me costó adaptarme, pero prefiero el frío mil veces. La gente es muy amable y
... — me quedé callada, estaba hablando mucho — perdón, hable muy rápido y cambie de temas muchas veces.

Aún así... Te amo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora