Capítulo 12

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¡Maldita sean las tres de la mañana!.

A pasado una semana y las noches de insomnio se habían apoderado de mi o mejor dicho aquel chico, Juan Pablo Villamil.

Una parte de mi se niega a verlo, pero la otra parte aún cae ante sus pies.

Bien dicen que cuando uno está enamorado... si se pierde la cabeza el corazón responde, pero su recuerdo me estaba matando lentamente y yo como una idiota lo sigo buscando.

Juan Pablo me llamaba siempre, intentaba hablar conmigo, pero Martin, ni Simón se lo permitían.

Susana decía que debía ser paciente, que tal vez debía darle su merecido y ponerlo a prueba con mi ausencia. Pero creo que soy la única que se da cuenta de las consecuencias, nadie entiende que yo nunca lo olvidare.

Yo sabía que ese chico de los ojos verdes iba a marcar mi vida con un antes y un después, pero ¿tan pronto?.

No sabía nada de sí de verdad seguía con Gabriela o no y ni siquiera me di el tiempo para averiguarlo, porque quería hacerme creer que no me importaba. No tenía sentido intentarlo, ¿tal vez quiso jugar conmigo?, pero eso es hasta muy bajo para él.

¡Soy una idiota!.

¿Por qué le daba las expectativas que no merecía?, debía entrar en razón y no poner a mis emociones primero, pero él corazón siempre me hacía pasar una mala jugada y eso no se encontraba bajo mi control.

Todo lo que quiero es un amor de verdad, ¿acaso es mucho pedir?.


...



No sabía en qué momento me había quedado dormida, me senté y mire la hora en mi celular.

¡Las dos de la tarde!. Susi venía por mi en media hora, debía arreglarme.

Hoy iba a ir a la casa de los Isaza, bueno íbamos a ir. Colombia iba a jugar contra Estados Unidos, y los chicos querían ver el partido.

Realmente yo necesitaba estar con mi amiga, necesitaba hablar distraerme, pero después de todo lo volvería a ver al rato.

Bajé corriendo al primer piso aún en pijama, todos estaban en la mesa y me quedaron viendo.

—Buenas tardes princesa — saludo Juan con una sonrisa, mientras tomaba su plato para llevarlo a la cocina.

—Holi — dije con una sonrisa de vergüenza.

—Buenas tardes señorita — se acercó mi mamá y me dio un beso en la cabeza — Ali ve a lavarte los dientes para ya irnos, cariño — se dirigió a mi y la mire, estaba recogiendo los platos sucios, al parecer ya habían terminado de comer — ya nos vamos a ir, pero ahí está tu comida guardada en el microondas, disculpa que no pueda calentarla.

—Tranquila ma — le sonreí y me acerqué a la mesa, Martin seguía comiendo y Moncho estaba en su celular.

—No puede ser — mencionó Simón con sorpresa — no puede ser, no puede ser.

—¿Qué pasó? — preguntó mi mamá, quien salía de la cocina a compañía de Juan.

—Nos aceptó — murmuró.

—¿Qué? — dijimos Martin y yo simultáneamente.

—¡Nos acepto! — gritó mi hermano, mientras se paraba de la mesa y hacia un baile raro — Pedro nos va a representar — confesó, todos lo miramos con sorpresa.

Aún así... Te amo - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora