Troubled Teachers

Capítulo 23

Nuevo capítulo. Disculpen los errores y feliz lectura.

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Emma se derrumbó sobre su almohada, con el pecho agitado y el corazón acelerado. Regina besó con aire de suficiencia su clavícula mientras sacaba los dedos de entre las piernas de su novia.

—Oh, wow, aprendes rápido. ¿Cómo supiste que...?

—Solo lo supuse – sonrió Regina.

—Bueno, debes suponer más a menudo – dijo Emma, girándose para colocar un beso en la frente de Regina – Eso fue increíble.

Era domingo por la mañana y la pareja yacía en una maraña de sábanas y miembros, reacias a levantarse y romper el hechizo que les había caído encima la noche anterior. Aunque Emma no había correspondido en nada a Regina, las dos mujeres se sentían más unidas, más conectadas y más enamoradas que nunca.

—¿Desayuno? – preguntó Emma después de un rato.

Regina asintió y comenzó a levantarse. Justo antes de que sus pies tocaran el suelo, los brazos de Emma se envolvieron alrededor de su cintura por detrás y tiraron de su espalda en una ráfaga de risas y besos.

—Te amo – dijo la rubia cuando se separaron.

—Te amo – respondió Regina, colocando un delicado beso en la nariz de su novia antes de deslizarse fuera del abrazo relajado y comenzar a vestirse.

La casa estaba en silencio cuando la pareja descendió unos minutos más tarde. Cuando Regina comenzó a sacar los ingredientes para un desayuno inglés completo, Emma volvió arriba para preguntarle a Henry si él también quería desayunar.

—Henry – dijo ella, llamando a su puerta aún cerrada.

No hubo respuesta. Emma suspiró. ¿Cómo pueden los adolescentes dormir tanto tiempo? Abrió la puerta y se asomó. Las cortinas estaban cerradas y toda la habitación estaba sombría y mohosa. Los adolescentes olían, había descubierto recientemente.

—Vamos, perezoso – volvió a hablar cruzando hacia la cama y estirando la mano para sacudir a su hijo.

No hubo respuesta.

—Henry. Son más de las once. Vamos, Regina nos está preparando el desayuno.

Aún nada.

Suspirando de frustración, Emma encendió la luz de la mesita de noche. Ella jadeó cuando vio lo que había en la almohada. Apartando las sábanas se dio cuenta de que lo que había supuesto que era la forma dormida de su hijo era en realidad una pila de ropa cuidadosamente colocada para que pareciera un ser humano. Alcanzando su teléfono, se desplazó hasta el contacto de Henry y comenzó a llamarlo justo cuando bajaba corriendo las escaleras.

—¡Regina!

—¿Qué? – preguntó la morena, girando alrededor de la estufa ante la urgencia en la voz de Emma.

—Henry no está aquí – anunció, con el teléfono aún en la oreja.

—¿Qué? ¿Dónde está?

—¿Crees que si supiera estaría entrando en pánico? – espetó y la cara de Regina cayó – Lo siento – dijo rápidamente – Solo necesito saber que está bien.

—¿Estuvo aquí anoche?

—Eso pensé – respondió – Cuando lo miré, vi lo que resultó ser un montón de ropa en su cama. Debería haber verificado que realmente estaba allí. Si me hubiera dado cuenta de que estaba perdido anoche, podría haberlo encontrado. Apuesto a que fue a la fiesta de Peter. ¡Dios, cómo pude haber sido tan estúpida!