Troubled Teachers

Capítulo 8

Nuevo capítulo. Disculpen los errores y feliz lectura.

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Emma no sabía a qué hora había llegado Regina a recoger su coche. Todo lo que sabía era que cuando se despertó el domingo por la mañana, con la cabeza doliendo por la resaca, el Mercedes no estaba. Ruby, sin embargo, estaba desmayada en su sofá, con una botella de cerveza vacía en la mano. Rose y Killian se habían marchado en motocicleta después de la medianoche y todos los demás se marcharon poco después. Regina se fue la última, sus tacones altos resonaban mientras caminaba por la calle. Se había ofrecido a acompañarla a su casa, pero la morena insistió en que estaría bien, un mensaje de texto enviado diez minutos después confirmó que había llegado a su casa a salvo.

La limpieza fue intensa, como son todas las limpiezas cuando el olor a alcohol hace que tu estómago se revuelva. Ruby no fue de mucha ayuda, sentada en el piso del baño la mayor parte de la mañana con la cabeza en el inodoro. Eventualmente también se había ido, murmurando algo sobre la famosa cura para la resaca de su abuela.

El mensaje de texto que le envió a Regina, preguntándole cómo estaba su resaca, quedó sin respuesta.

La cabeza de la rubia comenzaba a despejarse y decidió que también podía continuar con su fiesta de limpieza. La planta baja era bastante fácil y su propia habitación necesitaba poco trabajo, aparte de poner a lavar una carga de ropa y darles a las superficies un breve sacudón de polvo. Sus ojos se detuvieron por un momento en la foto de ella, Neal y Henry, recordando su conversación con la morena. Antes de que se formaran las lágrimas, se concentró en la tarea que tenía entre manos y fue la habitación de Henry la que presentó el mayor desafío.

El aire estaba putrefacto cuando abrió la puerta, el olor distintivo de un adolescente golpeó sus fosas nasales. Cuando entró para abrir las cortinas y ventana, tropezó con un par de zapatillas en el proceso. En el momento en que el sol de la tarde del domingo iluminó el desorden, Emma gimió. Podía irse, pensó, y simplemente decirle a Henry que limpiara la pocilga en la que vivía, pero cuando vio los platos sucios, las tazas de té a medio beber y las montañas de ropa esparcidas por el suelo, se dio cuenta de que solo tenía que hacerlo.

Le tomó más de dos horas volver a ver toda la alfombra. No es que pudiera pasar la aspiradora porque Ruby la había roto. Pero cuando la superficie azul pálido finalmente fue visible, se sentó en la cama prolijamente hecha con una sonrisa en su rostro. Mirando a su alrededor, se dio cuenta de que había hecho un buen trabajo al dejar la habitación en el estado en que se encontraba cuando se mudaron solo un mes antes.

Levantándose de la cama al escuchar el pitido de la lavadora, señalando el final de su segundo ciclo, tomó un par de zapatillas y las empujó debajo de la cama. Cuando retiró la mano, dos DVD se deslizaron a la vista. Su boca se abrió mientras miraba las imágenes en el frente de las portadas. Ella sabía que eso llegaría, después de todo, su hijo tenía catorce años. Simplemente no creía que eso estuviera allí.

Las imágenes eran granulosas, las expresiones faciales difíciles de distinguir, pero ella captó la esencia. Las poses pornográficas con la piel desnuda le dijeron exactamente con lo que se había topado incluso antes de leer los títulos lascivos.

Se sentó sobre sus talones, un DVD en cada mano mientras suspiraba. Creyó que era hora de que tuviera una conversación adecuada con su hijo sobre el sexo. Lo habían discutido brevemente cuando ingresó a la escuela secundaria, pero sin entrar en detalles. En ese momento, se estaba volviendo evidente para Emma que su hijo necesitaba más información, incluso si todavía estaba dos años por debajo de la edad legal de consentimiento. Era en momentos como ese cuando deseaba que Neal estuviera cerca, un niño en crecimiento necesitaba una figura paterna que le diera consejos, hablara sobre las chicas, el afeitado y todas esas cosas por las que ella nunca pasó. Supuso que Henry tendría que arreglárselas con ella.