Capítulo 25

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¡Hola!

Nuevo capítulo. Mil disculpas por la tardanza.

Feliz lectura y perdón por los errores.

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Era tarde en la mañana cuando Emma y Regina bajaron las escaleras. Henry estaba tirado en el sofá con su computadora portátil en equilibrio sobre sus rodillas, un vaso de coca cola en una mano y la televisión reproduciendo un partido de fútbol de la noche anterior. Tan pronto como vio a su madre y su novia, su rostro se puso rojo brillante.

—Henry estas bien? – preguntó Emma, alarmada por la repentina y extraña reacción.

—Bien – murmuró, juntando rápidamente sus cosas y parándose para salir de la sala.

—No, no lo estás – dijo – ¿Qué pasa?

—Nada – insistió Henry, con sus ojos mirando desesperadamente a cualquier lugar menos a su madre y Regina.

—Oh... – soltó Emma, comprendiendo de repente — Mierda. Lo siento, Henry – sus propias mejillas se sonrojaron al darse cuenta de por qué su hijo estaba tan avergonzado.

Ella no sabía que les había pasado. Siempre tenían cuidado de no ser demasiado ruidosas por la noche, sabiendo que Henry estaba a solo unos metros de distancia. Emma se había acostumbrado a gritar sus orgasmos en las almohadas y Regina, bueno, hasta la noche anterior ella no había sido tan... Era bien pasada la una de la mañana cuando su apasionado acto sexual había terminado, las dos se quedaron dormidas, sin aliento y saciadas, en los brazos de la otra. Cuando se habían perdido en el placer, también habían perdido el sentido de dónde estaban y de quién estaba cerca.

—Está bien – dijo, todavía mirando al suelo – Solo...

—No volverá a suceder, lo prometo – gritó Emma de inmediato.

—Yo también – intervino Regina, habiéndose dado cuenta de cuál era el problema.

Henry asintió en silencio y salió.

Emma se volvió hacia Regina, con una mirada culpable en su rostro. Pero no duró mucho y segundos después las dos estaban cadavéricas, las risitas brotaron de su interior mientras ambas colapsaban en el sofá recién desocupado.

—¡No es divertido! ¡Estoy traumado de por vida! – escucharon al adolescente gritar desde la cocina, lo que solo las hizo reír más fuerte. Momentos después, escucharon sus pesados pasos en las escaleras y luego la puerta de su dormitorio se cerró de golpe.

—¿Qué quieres hacer hoy? – preguntó la rubia cuando finalmente dejó de reírse.

—Tengo una cita con el médico al mediodía, pero aparte de eso no tengo planes, ¿Y tú? – respondió Regina.

—No sabía que Archie trabajaba los sábados.

—Otra especialidad – Regina se encogió de hombros – Un médico de verdad.

—¿Está todo bien? – preguntó Emma, repentinamente preocupada.

—Sí – asintió – Es solo un chequeo que me recomendó el hospital cuando me fui de Kent. Es básicamente un chequeo de salud general que ya me había hecho en noviembre, pero pensé que podría ir de nuevo, incluso si me siento bien.

—Bueno, dijiste que te sentías un poco mareada la semana pasada – le recordó su novia.

—Sí, y también estuve enferma ese día. Te dije que no deberíamos haber comido ese sushi tres días después de que lo compramos – frunció el ceño.

Troubled TeachersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora