Capítulo 19

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Nuevo capítulo. Disculpen los errores y feliz lectura.

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Emma había recibido la llamada poco después de las nueve de la noche del Boxing Day. Afortunadamente, logró tomar el último tren del día desde Plymouth hasta Londres, donde había tomado un taxi hasta Kent. No soportó esperar en la capital, donde había llegado a las cuatro de la mañana, hasta que los trenes volvieran a funcionar y le había pagado al taxista más de cien libras para que la llevara al hospital justo cuando amanecía.

Corrió a través de las puertas automáticas hacia la luminosa y estéril recepción del hospital y vio de inmediato a Keith Nottingham, que había estado esperando a que llegara.

—¿Cómo está ella? – preguntó Emma de inmediato con su rostro pálido y tenso. No había dormido bien desde la víspera de Navidad, tres días antes.

—Ella ha pasado por un infierno, pero ahora mismo está durmiendo – le informó Keith – Vamos, te llevaré con ella.

La habitación estaba a oscuras, las cortinas cerradas y las luces apagadas. Los pitidos constantes de varias máquinas resonaron en el pequeño espacio. Emma miró al hombre, quien asintió alentador y se dirigió lentamente hacia la cama. Regina estaba acurrucada de costado debajo de una manta suave, su cabello lacio y sucio contra la almohada blanca. Emma se hundió sin decir palabra en la silla junto a la cama y tomó una de las manos de morena. La derecha estaba fuertemente vendada con un monitor de ritmo cardíaco adjunto, por lo que curvó los dedos alrededor de su mano izquierda, que estaba pegada a su cuerpo.

Dejó escapar un suspiro de alivio mientras miraba el rostro dormido de su... ¿novia? En ese momento no le importaba cuál era el estado de su relación, todo lo que importaba era que Regina estaba viva. Había otro vendaje en su cabeza, presumiblemente cubriendo la lesión que Keith le había mencionado, y su labio estaba hinchado nuevamente. Emma analizó cuidadosamente el alcance de las heridas visibles y la rabia hirvió dentro de ella mientras estaba sentada allí. ¿Cómo pudo Robin haberle hecho eso? A Regina, la persona más amable, dulce y generosa que había conocido. Se volvió hacia la puerta donde el detective todavía estaba parado y él entendió perfectamente la expresión de su rostro.

—Obtendrá lo que se merece – le aseguró a Emma – Tan pronto como salga de la cirugía y esté lo suficientemente bien, será juzgado por lo que hizo. Ese hombre no respirará aire fresco durante mucho tiempo.

Emma se había quedado dormida, con la cabeza apoyada en el borde de la cama de Regina. No era exactamente cómodo, pero su agotamiento finalmente la había alcanzado. Suaves dedos rozando su mejilla la despertaron lentamente.

—Tú viniste – dijo una voz ronca.

—¡Regina! – la rubia se incorporó de golpe de inmediato, sus ojos brillaban con lágrimas mientras miraba los familiares orbes marrones de la mujer frente a ella – Estoy tan contenta de que estés bien. Quiero decir, no bien, pero...

—Estoy bien – dijo Regina con una débil sonrisa – Al menos, lo estaré.

—Estaba tan preocupada – confesó Emma con la voz quebrada por la emoción.

—Me salvaste. Keith me contó cómo lo llamaste cuando no sabías nada de mí. Si no hubiera llegado cuando lo hizo... - dejó de hablar, no queriendo verbalizar el acto que el detective había prevenido por meros segundos.

—¿Cómo te sientes? – preguntó, queriendo cambiar un poco el tema.

—Me han dado algo para el dolor de cabeza – explicó – y mi labio se ve peor de lo que es. Estaban preocupados por una hemorragia interna cuando entré, pero me rompí un par de costillas y sanarán con el tiempo.

Troubled TeachersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora