Don't Leave Me [Tokyo Revengers]

CAPÍTULO 🕷️ PILOTO

2005.

(Antes del primer viaje de Takemichi al pasado.)

—¡Ya basta, siempre haces lo mismo!

Dami viró los ojos cuando su madre adoptiva comenzó a reprocharle sobre sus malas notas.

—Y si siempre hago lo mismo, ¿Tú por qué siempre tienes que gritarme por ello? Ya me sé todo tu sermón, no es necesario que siempre lo repitas. —Bramó la fémina.

—Eres una deshonra para la familia. —Exclamó la mujer.

—Y eso que ni de la familia soy. —Rió burlona.

Pero entonces, la señora Hanagaki le soltó una cachetada, haciendo que la cabeza de Dami se girará.

—¿Eso es todo? Cómo no pudiste a base de palabras, ¿Ahora me vas a golpear?

—Si es necesario te golpearé hasta matarte, sino sigues mis ordenes. —Escupió mientras se acercaba peligrosamente a la menor.

—¿Qué demonios sucede aquí? —Cuestionó el señor Hanagaki. —¿Otra vez estás regañando a Dami? Dejala en paz, mujer, es una adolescente, está en su etapa rebelde, ¿No me vas a decir que tú nunca fuiste adolescente?

—Si lo fui, pero tenía claro mis obligaciones, algo que ésta mocosa, no. —Bramó mirando despectivamente a la rubia.

Dami viró los ojos por milésima vez en el día, se cruzó de brazos y soltó un resoplido.

—¿Ya me puedo ir?

—Vete. —Asintió el señor Hanagaki.

Apenas Dami salió de la habitación, sus padres adoptivos comenzaron a gritarse, ella corrió a su habitación y comenzó a llorar sin poder evitarlo.

Ya no quería vivir de esa forma. Ella en verdad trataba de tener buenas calificaciones, pero por más que lo intentará, parecía que fracasaba cada vez más.

—Es tu culpa. —Dijo Takemichi desde la puerta.

—¿Qué?

—Es tu culpa que mis padres peleen todos los días.

—N-No es así...

—Claro que sí, las discusiones siempre comienzan por ti, porque mamá odia que tengas malas notas, y porque papá siempre te defiende.

—Largate, no quiero verte. —Dijo la fémina dándose la vuelta.

—Saldré con Hina, así que diles a mis padres.

—No les diré nada, no es mi problema lo que hagas con tu vida.

—Bueno, igual si no dices nada, mis padres te echarán la culpa, porque no me cuidaste. —Sonrió petulante. —Así que tú decides.