IX. DISTANCIA

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Brooke se encontraba caminando hacia el departamento de Alexander, el día anterior habían acordado salir.

La Potter se sentía mal pues él tenía razón, lo había empujado tanto de su vida hasta el punto en el que ni siquiera le había dado las buenas noticias.

Se sentía mal ya que él había sido su apoyo en muchas ocasiones en las cuales nadie más la había apoyado.

Pensaba en todos esos momentos en los cuales él le había dicho que siempre estaría para ella, en cualquier momento y a cualquier hora.

No lo quería dañar, no quería que la odiara, pero sencillamente le era imposible amarlo como él quería ser amado, para ella él era su mayor confidente, su mejor amigo con el cual había cruzado la línea de lo debido.

Cuando finalmente llegó a su hogar tocó el timbre. Segundos después apareció el chico con una sonrisa de oreja a ojera- Hola preciosa.

-Hola Alex -la chica sonrió-. ¿Listo?

-Ya casi, solo debo terminar de recoger unos papeles. ¿Gustas pasar?

-Sí -el chico se hizo a un lado permitiéndole el acceso a la más baja. La guio hasta un pequeño estudio en el cual había un gran escritorio con montañas de papeles regados.

-Siento el desorden -Alex comenzó a acomodar un poco el lugar-, la jefa del hospital me ha pedido organizar algunos historiales.

-Está bien, no te preocupes.

Mientras él seguía con sus deberes, ella empezó a husmear por el lugar. Llegó a la pequeña biblioteca y tomó uno de los ejemplares más bonitos que había en uno de los estantes.

-¿Puedo? -al regresar la vista hacia la chica, Alexander asintió con una sonrisa.

Brooke tomó asiento en uno de los cómodos sillones del estudio, comenzó a hojear el libro, encontrándose con ilustraciones hechas a mano de la anatomía de un mago.

Aunque Brooke nunca se pronunció interesada por el tema, leer sobre este realmente se le había hecho interesante. Continuó por un poco más de tiempo hasta que sintió como Alexander recargaba su barbilla en su hombro.

-¿Ya cambiaste de profesión? -Brooke soltó una pequeña risa.

-No estaría nada mal -señaló una parte del vientre del hombre dibujado-. ¿Esto es su estómago?

-Eh... no, es su hígado -rio.

-Bueno, entonces ya vimos que esto no es lo mío -sonrió-. Me quedaré con las plantas.

-Créeme, la gente estará muy agradecida contigo.

-Eres un idiota.

El chico rio para después rodear el sillón, se sentó a su lado y la observó- ¿Qué pasa por tu mente?

-Nada, todo está muy bien.

-No te creo nada -acarició su mejilla-. No te presionaré, pero si quieres contármelo siempre estaré aquí.

Ella se acercó a él para rodearlo con sus brazos, a lo cual él gustoso le regresó el abrazo. Su comportamiento no estaba ayudando en nada a calmar su conciencia.

Al separarse se acurrucaron en el asiento mientras seguían hojeando el libro, él le explicaba ciertas dudas sin reprocharle. Cada cierto tiempo cruzaban la mirada y se sonreían con cariño.

Después de unos minutos, los dos se levantaron para salir del hogar. Alexander le dijo que irían a un lugar sorpresa.

Ante los constantes reproches por parte de la chica por conocer la locación, Alexander decidió aparecerse directamente. Al llegar, el estómago de la chica se revolvió ante el repentino traslado.

Sinners | Sirius Black | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora