Capítulo 1

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La tormenta parecía haber elegido ese preciso momento para desatar toda su furia

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La tormenta parecía haber elegido ese preciso momento para desatar toda su furia. Los truenos causaban tal estruendo que amortiguaban el discurso del sacerdote y el llanto desgarrador de la pelirroja vestida de negro que se encontraba frente a este.

Olivia se preguntó por qué ella no podía llorar. Apenas si había derramado un par de lágrimas desde la noche anterior y las había secado al instante. Cualquiera diría que no quería a su hermano, pero Dios sabía que eso no era cierto. Ella los amaba, quería a su familia más que a nada en el mundo, pero también sabía que Daryl había buscado su propia muerte y estaba furiosa con él por haberla abandonado.

Si no hubiese tenido tanto orgullo... si hubiese sido un poco más sensato...

¿Pero cómo podría ser diferente? Solo seguía el ejemplo de su padre. Un padre que no estaba en el entierro de su hijo, un padre que no había puesto ni un pie en su funeral. Era probable que estuviese embriagándose en su despacho, maldiciendo y jurando venganza.

Olivia sintió que la garganta se le cerraba y que todo a su alrededor comenzaba a dar vueltas. Tenía que alejarse del tumulto de personas antes de desvanecerse y armar otro escándalo, así que sostuvo el paraguas con firmeza para protegerse de la lluvia que arremetía con fuerza en su contra.

Estaban a principios de diciembre y el frío era atroz. El paraguas mantenía su cabeza y rostro secos, pero las piernas, descubiertas de las rodillas hasta los pies dónde tenía unos zapatos de tacón estaban empapados y congelados.

Es por eso que una vez que estuvo alejada del resto, se quitó el calzado y siguió su camino.

***

—Creo que mejor nos vamos. Mira allí, se está acercando —señaló James apuntando con la cabeza a una mujer vestida de negro que estaba saliendo del tumulto de personas que estaban presenciando el entierro—. No quiero tener un enfrentamiento con uno de ellos justamente hoy y menos en este lugar, Juliet.

Su hermana menor lo miró con los ojos brillosos.

—Necesito despedirme de él, James.

Él no pudo hacer más que cerrar la boca y continuar abrazándola como lo había hecho hasta el momento. A pesar de que estaban sentados en un banco debajo del tejado de la parte trasera de la capilla del cementerio, las gotas los salpicaban y todos sus abrigos estaban húmedos. Pero sabía que Juliet no iba a moverse de allí hasta haber logrado su objetivo, aunque él estaba determinado a sacarla a rastras si algún miembro de la familia del difunto se acercaba a insultarla.

Ellos estaban dolidos y tenían sus razones, sobre todo porque, en cierta forma, su hermano había sido el responsable de la muerte del chico, pero Juliet era solo una niña enamorada de la persona menos indicada.

Con un suspiro, fijó la vista en la joven que estaba cada vez más cerca. Se había quitado los zapatos y luego cerrado el paraguas. ¿Es que también quería terminar en una tumba? La lluvia no cesaba y a pesar de que no había demasiado viento, el frío era espantoso. La mujer misteriosa solo tenía un vestido con mangas hasta los codos y largo hasta la rodilla.

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