Capítulo 50

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Cece abrió los ojos con los primeros rayos de sol de la mañana y volvió a cerrarlos cuando la asaltó un dolor palpitante en la cabeza.

Poco a poco fue volviéndose consciente de que no estaba sola y se sentó de golpe al sentir una fuente de calor humano pegada a su espalda.

—Duérmete, Cece. Es temprano —refunfuñó Fredric.

Despacio fue recordando todo, el bar, los tragos, la conversación y que habían terminado encerrados en la habitación de él porque Cece había olvidado las llaves de su casa y no quería despertar a su madre ni su abuela para que la vieran en ese estado deplorable.

—Tengo que irme antes de que me descubran. No quiero tener que encontrarme con tus padres ni mucho menos con tu hermana —susurró picándole con un dedo en el hombro.

A diferencia de ella, que se había dormido completamente vestida, él se había quitado la camiseta y tenía el torso desnudo.

—Nos encargaremos de eso más tarde. Sigamos durmiendo un poco más, ven aquí —pidió envolviéndola con un brazo y tirando de ella para que se acostara a su lado—. O quizás, ahora que estamos los dos sobrios, podemos volver a lo que no hicimos anoche.

Cece terminó soltando un risita. No era que le faltaran ganas, pero ese no le parecía el lugar más correcto.

Se giró hacia él para poder verlo de frente.

—Tengo que irme a casa. Tengo que buscar a Liv —susurró.

Fred terminó de despertarse.

—Todo estará bien, Cece —musitó y posó los labios contra los suyos.

—No, no vamos a hacer nada sabiendo que tus padres están en una de las habitaciones de al lado —logró pronunciar antes que el beso se profundizara.

Él sonrió contra su boca.

—¿Eso significa que sí lo harías si no estuvieran aquí?

Cece apretó los labios en una fina línea para ocultar una sonrisa.

—Puede que sí, pero no estés tan seguro.

***

Trevor golpeó la puerta de la casa de los Austin y esperó a que le abrieran. Todavía le asombraba la invitación, pero como era un descarado por naturaleza, se había presentado allí de todos modos.

Si alguien lo había invitado, era porque sería bien recibido.

Ruby fue quien le abrió la puerta y lo miró de pies a cabeza mientras hablaba.

—Oh, eres tú —dijo con sequedad y se hizo a un lado para darle espacio para entrar—. Debí imaginar que también vendrías.

—No tengo idea qué hago aquí, solo estoy respondiendo a una invitación —se defendió alzando las manos.

—Bueno, bienvenido al club.

—¿Tú tampoco sabes de qué va esto?

La pelirroja negó con la cabeza.

—No van a decirlo hasta que no estemos todos.

Trev miró para descubrir que su familia al completo estaba allí. Detrás de él llegaron Emilie y Marcus quienes abrieron la puerta sin tocar y se quedaron mirando sorprendidos al resto.

—¿Qué es todo esto? —preguntó Marcus hablando bajito—. ¿Por qué están todos aquí?

—Una idea de Olivia y James, para variar —masculló Ruby.

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