Capítulo 9

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James se despertó con el sonido de una melodía armoniosa

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James se despertó con el sonido de una melodía armoniosa. La habitación estaba sumida en una profunda oscuridad y le costó un momento ubicarse, hasta que recordó donde estaba.

Esa no era su habitación, sino la de Olivia, quien yacía entre sus brazos, acurrucada contra su pecho y aferrada a su camisa. Si bien había dejado de llorar, no se había alejado de él y de esa forma, se había dormido sin que James lo notara. Finalmente cuando lo había hecho e intentó dejarla en la cama, sus manos lo habían aprisionado con fuerza y no se había atrevido a despertarla para despedirse.

Solo la había contemplado sin pensar en otra cosa que no fuese en todo lo que ella había sufrido gracias de esa maldita contienda.

Con cada idea que se cruzaba por su cabeza, con cada palabra que había escuchado decir a los miembros de su familia o a cualquier habitante del pueblo, su único deseo era ayudarla a acabar con eso. Ninguna persona se merecía sufrir lo que Liv.

Mucho menos Liv... le dijo una vocecilla en la cabeza. Una persona tan dulce y llena de bondad no se merecía más que alegrías junto a una familia que la contuviera y un hombre que la amara. Cualquiera que la conociera realmente, no dudaría en caer rendido a sus pies.

El mismo ruido que lo había despertado volvió a hacerse oír y la castaña se removió en la cama. Con mucha prisa por detenerlo antes de que ella despertase, miró hacia todos lados hasta que dio con el celular sobre la mesilla.

Estiró la mano para tomarlo y detener lo que creía que era una alarma despertador, pero vio que se trataba de una llamada entrante.

Cece.

—Hola —dijo en un susurro intentando no molestar más a Olivia—. Cece, soy James.

Sintió la necesidad de aclararlo ante el silencio rotundo de la otra.

—¿Qué haces con el celular de Olivia? —preguntó con un tono desconcertante.

—Está dormida. No quise despertarla para que contestara y mucho menos que lo hiciera por el sonido de la llamada.

—Olivia está dormida —repitió atónita—. Dormida y contigo.

Él apretó los labios casi seguro de que Liv no habría querido que su amiga supiera lo que había ocurrido la noche pasada.

—Es una larga historia —murmuró.

—Seguro que sí.

James no la estaba viendo, pero algo le decía que la chica tenía una sonrisa de oreja a oreja y estaba pensando lo que cualquiera en una situación como aquella.

También sabía que era su deber aclarar que no era lo que estaba pensando, pero algo más fuerte que su sentido del honor y la caballerosidad, se lo impidió.

¿Por qué disfrutaba que alguien más pensara que había algo entre ellos dos? ¿Tendría que ver con la forma en la que se había sentido al tenerla entre sus brazos o acurrucada junto a su pecho?

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