Capítulo 23

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Sin encontrar un lugar mejor, Liv y James se sentaron en los escalones de la entrada del pequeño hospital

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Sin encontrar un lugar mejor, Liv y James se sentaron en los escalones de la entrada del pequeño hospital.

—Te extrañé —dijo James pasando un brazo por alrededor de sus hombros—. Cuando tenga que regresar te juro que vas a irte conmigo, Olivia.

—¿Tienes que volver pronto? —preguntó Liv con una punzada de tristeza, apoyando la cabeza en su hombro.

—Todavía me quedaban un par de reuniones antes de volver. Pero no iré a ningún lado hasta que me asegure de que Fred está bien.

Ella asintió y se abrazó más a él, que la aceptó gustoso y le besó el cabello. Permanecieron así por unos minutos disfrutando de la mutua compañía hasta que un coche que Liv no tardó en reconocer, se detuvo frente a ellos.

Robin White, su cuñado, bajó del auto y caminó hasta ellos con el ceño fruncido.

—¿Liv? ¿Estás bien?

—Hola, Robin —saludó levantándose junto con James—, yo estoy bien, no te preocupes.

—¿Qué están haciendo aquí entonces? —insistió reparando en su acompañante.

—Alguien atacó a Fred y está herido, estamos esperando a los médicos para saber cómo está —contestó Liv.

Robin no alcanzó a decir nada porque la voz de Emilie llamó la atención de todos.

—Me trata como a una niña.

—Es tu padre, para él, tú eres su niña —respondió Marcus con calma y sin despegar la mano de su cintura empujándola a seguir caminando.

La rubia negó con la cabeza y no dijo nada hasta que vio a su hermano a pocos metros de distancia.

—Deberías ir tú con papá para escuchar qué dice el médico. Seguro que a ti no te considera un niño —espetó y cuando llegó al umbral de la puerta de entrada del hospital, se frenó de golpe porque se sintió mareada.

De manera refleja, se sujetó del brazo de Marcus quien al verla inestable, la sostuvo enseguida.

—Emilie —susurró Marcus pegando los labios a su oído—. ¿Em? ¿Estás bien? ¿Qué te ocurre?

Le corrió el cabello que tenía sobre el rostro con la mano libre y palpó su rostro.

Emilie no tenía idea de que le había ocurrido, pero por un instante que pareció durar demasiado, las piernas se le aflojaron y vio todo borroso. Inspiró y expulsó todo el aire profundamente antes de levantar la cabeza.

—¿Qué le ocurre? —inquirió James que se acercó y la miró preocupado—. ¿Em?

—Estoy bien, estoy bien. No pasa nada, ve a ver qué dice el médico, James. No quiero que papá nos mienta —musitó muy seria y su hermano terminó suspirando.

—Ve con tu padre que nosotros acompañaremos a Emily a buscar algo para comer —ofreció Olivia.

—Sí... —coincidió Emilie y cuando se giró para mirar a Olivia, vio a la última persona que habría esperado encontrarse allí: Robin.

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