Capítulo 12

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Ante la inesperada calidez de esos labios sobre los suyos, Olivia cerró los ojos de manera instintiva y dejó que James la encerrara entre sus brazos

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Ante la inesperada calidez de esos labios sobre los suyos, Olivia cerró los ojos de manera instintiva y dejó que James la encerrara entre sus brazos. Él era gentil y cuidadoso, se limitó a tocarla por encima de la chaqueta que él mismo le había prestado.

Liv no fue capaz de pensar en nada por un momento, ese beso la hacía sentir eufórica y contenida al mismo tiempo.

Cuando James le apresó el labio inferior entre los suyos y tiró de él apenas buscando profundizar el beso, Liv volvió a recobrar el sentido común.

¿Qué rayos estaba haciendo? Estaba actuando sin pensar y así nunca nada podía salir bien.

Con toda su fuerza de voluntad porque lo que más deseaba en ese momento era continuar con lo que estaba haciendo, apoyó ambas palmas en el pecho de James y lo empujó hacia atrás.

Él no se opuso, y al contrario de lo que esperaba, solo reaccionó dándole una sonrisa tierna, de esas que hacían que a ella se le derritiera el corazón.

—No deberíamos haber hecho eso —murmuró Liv sintiendo que sus mejillas se tornaban calientes.

—Perdóname, estaba deseando hacerlo desde que te vi esta noche y ya no pude resistirme —articuló sujetando las manos de ella entre las suyas y besando sus nudillos.

—No podemos complicar las cosas más de lo que ya lo están, James.

Él sonrió de medio lado.

—¿Crees que pueden complicarse más de lo que ya están?

—Siempre pueden hacerlo —replicó él—. No lo dudes.

El castaño se inclinó hacia ella.

—Entonces no lo hagamos, Liv. No lo compliquemos, esto solo depende de nosotros.

Una vez más, James estaba tan cerca de ella que su aliento le calentaba la piel y derretía sus defensas.

Era muy difícil resistirse a él, ignorar que despertaba dentro suyo un deseo que había estado dormido por mucho tiempo.

Pero eso era algo que no estaba dispuesta a enfrentar esa noche, no se sentía lo suficientemente fuerte y estable como para hacerlo.

—Deberíamos hablar de que lo que le has pedido a Marcus es una locura, eso va a desatar una tormenta que ni tú ni yo vamos a ser capaces de combatir.

James arrugó la frente, probablemente sorprendido por el rotundo cambio de tema.

—Son dos adultos, pueden manejarlo por su cuenta, no tienes que preocuparte por ello —musitó restándole importancia, ansioso por volver a lo que los incumbía.

—No, James. No creo que sea una buena idea, no puedo evitar preocuparme. Estamos jugando con fuego —insistió.

Él alzó una mano y tomó un mechón de su cabello.

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