Capítulo 3

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Por un segundo, Olivia se encogió ante la mirada estupefacta de James

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Por un segundo, Olivia se encogió ante la mirada estupefacta de James. Pero ya había imaginado que reaccionaría de esa forma, después de todo, acababan de conocerse.

—Yo —dijo James cómo si estuviese intentando asimilar la idea.

—Sí, tú —repitió Liv recuperando la confianza—. Eres la única opción de tu familia. Quiero decir, también está Fred, pero nadie se lo creería. Y con todo lo que ha sucedido ahora... No sería lo más conveniente.

—¿Por qué dices que nadie lo creería? —preguntó sonando más interesado de lo que pretendía—. Tiene más lógica, él siempre ha estado aquí.

—Exactamente por eso. Conozco a Fredric de toda la vida, hemos estado juntos desde el jardín de infantes y aun así he hablado más contigo desde la semana pasada que con él en todos estos años.

—¿Y creerían que nosotros podemos tener algo? Prácticamente acabamos de conocernos.

Liv volvió a arrodillarse, llena de entusiasmo.

—Esa es la razón por la cual eres perfecto para mi plan, James —articuló moviendo las manos—. Tienes que prometerme que al menos lo pensarás.

James soltó una risa.

—Olivia. Lo que me estás proponiendo es una locura. El matrimonio es algo serio.

—La situación en la que se encuentran nuestras familias también es muy seria —se defendió ella. Ha llegado al peor punto que podría haber alcanzado: alguien ha muerto, tenemos que hacer algo para detener toda esta locura.

—Y estoy de acuerdo contigo —aclaró James—. Pero me parece descabellado intentar acabar con una locura cometiendo otra.

—En situaciones extremas, tienes que poner en la balanza lo que tienes y elegir qué produciría un mal menor.

***

Ese mismo día por la noche, James llegó a su casa sabiendo que era demasiado tarde como para que sus padres lo hubiesen esperado para cenar.

Como había predicho, no encontró a nadie en el comedor, así que se apresuró a subir la escalera y caminó sigilosamente hasta la habiación de su hermano menor.

—Adelante —murmuró Fred con una sonrisa cuando entró sin llamar—. Creo que me está fallando el oído, no te oí golpear.

—Tengo que hablar contigo —declaró ignorando las palabras del joven y se sentó en una silla frente a la cama.

Fredric se incorporó despacio y dejó a un lado el libro que había estado leyendo.

—¿Por qué tengo la loca idea de que ya sé de qué quieres hablar?

James lo miró con expresión impasible fingiendo desentendimiento.

—¿Qué es lo que sabes sobre Olivia Gardiner?

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