CAPÍTULO 18

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Fredric entró al único bar decente que había en el pueblo y fue directo a la barra donde uno de los cantineros ya lo esperaba con una cerveza destapada desde que lo había visto bajar del coche

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Fredric entró al único bar decente que había en el pueblo y fue directo a la barra donde uno de los cantineros ya lo esperaba con una cerveza destapada desde que lo había visto bajar del coche.

—Siempre tan eficiente, Clark —saludó él y bebió enseguida el primer trago. Necesitaba embriagarse de inmediato y sacarse esa espantosa sensación que tenía en el pecho.

La culpa lo atormentaba y ver a Olivia sentada en la mesa de su propia familia, besando a su hermano mayor, de alguna forma lo empeoraba todo.

Cada noche se repetía que lo ocurrido con Daryl había sido un accidente, él no lo había matado.

Aunque en algún momento había deseado hacerlo.

Ya iba por su cuarta ronda cuando escuchó un silbido por detrás y cometió el tonto error de girarse para ver de quien se trataba.

Keaton Austin estaba junto a dos amigos más y lo miraban con los brazos cruzados y los ojos entrecerrados.

Fred decidió que ese no era su día. Al parecer, ni siquiera el alcohol iba a ayudarlo esa noche.

—¿Qué pasa, Freddie? —exclamó Keaton en tono de burla—. ¿Intentando olvidar tus pecados con un poco de alcohol mientras tu hermano y mi prima se divierten? Sabes creo que James me agrada después de todo.

—Piérdete imbécil, no tengo ganas de lidiar contigo esta noche.

Keaton lo ignoró, por supuesto.

—Pero la que no me agrada es tu hermano —agregó con un tono que inquietó a Fred aunque este intentaba ignorarlo—. Esa bruja que se cree dueña del mundo, tan delicada... inalcanzable... Manipuladora.

Fred lo interrumpió levantando una mano.

—¿Puedes hacerte el favor de cerrar la boca? No me apetece tener que golpearte.

Sabiendo que podía hacerlo cabrear como tanto disfrutaba, Keaton continuó mofándose de Emilie.

—Pero a pesar de todo eso, estoy seguro de que en este mismo momento mi hermano está tirándosela quién sabe dónde. Al final no es tan inalcanzable como le gusta hacerle creer a todos.

Fred se tensó. En cualquier otro momento ni siquiera le habría prestado atención a lo que estaba diciendo, la idea de Emilie teniendo algún tipo de contacto con alguien relacionado a los Gardiner era ridícula. Pero esa misma noche había notado un comportamiento extraño en su hermana que le había llamado la atención y lo había dejado pensando a él qué podría estar planeando.

La conocía lo suficiente como para saber que estaba haciendo o tramando algo.

Se volvió hacia el pequeño idiota que se creía capaz de vencerlo si se metía con él en una pelea, cosa que nunca había logrado.

—¿Qué estás diciendo? —inquirió—. No voy a permitir que hbles así de mi familia.

El joven Austin se enderezó y se cruzó de brazos con expresión altiva acercándose a él hasta quedar a pocos centímetros de distancia.

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