Capítulo 19

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Decisiones

El calor es lo primero que despierta a la loba al estar atrapada entre los brazos del Don, que duerme plácidamente mientras se aferra a su pequeño cuerpo. Hace una mueca cuando mueve sus piernas y provoca fricción en su centro, donde pequeños choques de ardor pasan. Asimismo, sus caderas le duelen. El gemido de dolor que sale de sus labios hace que el león deje salir un gruñido y abra sus ojos.

—Cachorrita, ¿qué pasa? —Acaricia su vientre, preocupado.

—Me duelen las caderas —murmura.

—¿Quieres que mande a buscar a la médica?

—Los bebés están bien. Me duele por lo de anoche.

Él suspira.

—Perdón por ser brusco, pero me saca de mis casillas que no sigas mis órdenes.

Ella respira profundo.

El enorme hombre se sienta en la cama para luego bajar e irse al baño.

Kara se queda quieta para no hacer ningún movimiento que provoque dolor. El Don sale del baño varios minutos después. Ella lo observa con confusión porque no se bañó como pensaba.

—Ven. —La toma entre sus brazos y la lleva hasta el baño; la bañara está llena de agua tibia con algunos aceites.

La deja en el suelo frío, le quita la camisa y la deja desnuda. Se baja el bóxer y le muestra su imponente cuerpo desnudo antes de entrar a la tina. La jala para que entre, se posicione en medio de sus piernas y apoye su espalda en su pecho.

—Los aceites tienen unos calmantes que relajan los músculos contraídos, por lo que servirá para el dolor.

—Gracias. —Deja ir la cabeza hacia atrás para dejarla en su hombro y respira su olor, el cual le transmite tranquilidad a su cuerpo.

Se quedan callados y disfrutan de los aceites y la temperatura del agua.

Él acaricia su vientre despacio sintiendo lo abultado que ya está.

—Una cría de león nace entre los tres y cuatro meses de gestación —le informa para que sepa que pronto su vientre estará más abultado—, también solemos embarazar cada cierto tiempo, así que debes cuidarte o tendremos más cachorros.

La loba no puede evitar alzar sus cejas.

—Tú igual deberías cuidarte, no toda la responsabilidad puede caer sobre mí.

—Odio usar condones, de modo que deberás cuidarte. No me importará dejarte preñada otra vez.

Eso la sorprende.

—¿Sabías que estabas en celo? —Él se queda callado—. Eso quiere decir que me has embarazado a propósito. —gruñe.

—Pues pensé que el anticonceptivo sería efectivo. Además, necesitaba pasar el celo con alguien real por primera vez.

Kara se confunde.

—¿Real?

—Sí, no con una de mis exmuñecas de silicón. —Hace una mueca con sus labios.

—¿Por qué no lo pasabas con una hembra?

—Eres la primera hembra no humana con la que me involucro hasta tener orgasmos. Las demás no resistían mi polla, por lo que nunca pasé mi celo con una humana para evitar ciertos inconvenientes.

—Pudiste buscar una loba o leona.

—Me alejé de todo lo sobrenatural desde hace mucho tiempo. —Su voz baja varios tonos.

Kara se alegra por ser la primera persona en tener un celo con el Don, pero, por otro lado, le entristece, ya que no tuvo contacto con especies sobrenaturales. Ella conoció a otros, mas nunca tuvo una amistad ni una relación con seres sobrenaturales.

Después de esa pequeña conversación, el Don mima a la loba al lavar su cuerpo sin eludir ninguna zona, cosa que la avergüenza un poco, pero no dice nada, pues el hombre se ve de buen humor. Sus manos acarician todo a su paso y disfruta los escalofríos que provoca en ella por sus toques. Le gusta verla y ser el único que puede tocarla.

—¿Quieres que lo haga? —pregunta con debilidad refiriéndose a si puede lavarlo igual como él acaba de hacerlo con ella.

El Don solo le entrega la esponja.

Kara se coloca sobre sus piernas, moja la esponja y la frota por su tonificado pecho. Se encarga de lavar sus hombros y brazos dejando para último la parte más ansiosa del Don que desea ser tocada.

—Te toca lavarme ahí —señala su entrepierna cuando nota la inseguridad de su acompañante.

La loba lleva sus manos hasta ese lugar para hallar la dureza de su miembro y lo enjuaga.

El Don disfruta de las pequeñas caricias.

—No te detengas. —Lleva su mano hacia la de Kara para marcar un ritmo rápido, gruñe y dice algunas maldiciones en italiano. No se contiene por más tiempo y se corre—. Cachorrita, si todos los baños serán de esta manera, creo que me esperaré para que siempre los tomes conmigo.

Ella se sonroja.

Luego de ese orgásmico baño para el Don, salen de la tina y proceden a secar sus cuerpos. Más tarde bajan a desayunar juntos.

—¿No vas a la empresa hoy? —cuestiona Kara al verlo con ropa no tan formal y al darse cuenta de que hace horas debió partir.

—No. Hoy iremos con una agente de fiestas. —Lee el periódico y espera que la loba termine su desayuno por completo.

—¿Qué celebrarás? —Su curiosidad es más fuerte.

Baja el periódico y la contempla con sus cejas enarcadas.

—Nuestra boda —anuncia.

Kara deja caer el tenedor en el plato y lo mira como si hubiera perdido la cabeza del todo.

—Ya hablamos eso, no me voy a casar contigo.

El enorme hombre tensa su cuerpo y deja salir un suspiro.

—Hazlo por los bebés —pide.

Lo observa con indignación por sus palabras.

—Por ellos no me quiero casar contigo.

—Kara, entiéndelo, si nacen fuera de un matrimonio será una deshonra para los demás y nunca serán respectados.

—Mis hijos no estarán involucrados con la mafia —sisea.

Él no puede creer lo que le dice y de su pecho sale un gruñido. Entretanto, sus ojos cambian de color.

La loba se siente intimidada.

—Mis hijos nunca se alejarán de mi lado —ladra.

—Nunca dije eso.

—Pero es lo que dejas en claro al no querer que se involucren y tomen el puesto que les pertenecerá algún día.

—Es peligroso.

—Yo los enseñaré a protegerse. —Su mandíbula está tensa y su respiración es algo irregular—. La boda sigue en pie, lo quieras o no —sentencia—. No puedo permitir que mis hijos nazcan fuera del matrimonio, por lo menos haz eso por mí —pide más relajado—. Nunca te pediría que te cases conmigo si no fuera algo tan importante. Solo quiero protegerlos.

Ella asiente.

—Sin embargo, será bajo mis condiciones. —El Don hace una mueca—. No quiero que mis hijos se involucren con la mafia.

—Kara...

Niega y levanta su mano para que la deje terminar.

—Si ellos deciden no involucrarse siendo ya mayores de edad, quiero que se respecte su decisión.

—Lo prometo.

—Bien. Pide que Tamara venga para que me ayude con todo esto.

Él asiente y ella continúa con su desayuno.

Una Loba para el Mafioso [Bilogía Don]  ✔️[Disponible en papel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora