Capítulo 21

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¿Te casarías conmigo?

El día para ambos grupos fue maravilloso. Kara disfrutó bastante su día junto a Williams y Tamara, los cuales la consintieron en todo. La llevaron a comprar ropa para los pequeños y llegaron a la casa a las seis de la tarde.

El Don se encuentra en la alberca junto a su hermano, comparten un habano y una botella de tequila del más caro.

—Vaya, ¿qué celebramos? —Tamara los mira.

Ellos comparten miradas cómplices.

—Negocios. ¿Qué tal su día de compras? —El hermano del Don se acerca a la orilla de la alberca, precisamente donde está la chica de Fer.

Tamara le da una mirada de ''No te atrevas''.

—Compramos muchas cosas para los bebés —contesta la loba muy animada y observa al Don, que asiente y sale de la piscina para mostrar su espectacular cuerpo cubierto solo por un pequeño traje de baño.

Agarra una toalla para secarse y se acerca a la loba, toma su mano y la jala hacia el interior del apartamento. Al estar en la privacidad de su habitación, ve todas las bolsas en el sofá y otras en el suelo.

—Sí que compraron muchas cosas —murmura.

—Tamara es exagerada. —Se quita los zapatos y suelta un suspiro de alivio al tener sus pies descalzos—. ¿Qué tal tu día?

El Don rebusca entre las bolsas y saca pequeños conjuntos que para él son bastante tiernos. Al mismo tiempo, se imagina cómo se verán sus cachorros con ellos.

—Bien, nada importante. —Se gira con las cejas arqueadas al ver una ropa divertida—. ¿Orejitas de conejos? —señala los gorros.

Kara se sonroja.

—Me imaginé lo tiernos que se verán con ellas. —Alza sus hombros.

Él niega con una pequeña sonrisa.

—Mañana iremos a cenar fuera.

Eso la toma por sorpresa.

—¿Adónde vamos?

El Don no responde, solo se va al baño. Kara es más curiosa y lo sigue. El enorme hombre deja la toalla de lado, baja su traje de baño y queda desnudo frente a ella. Se gira para mirarla y enarca sus cejas.

—Cachorrita, ¿tomas el baño conmigo? —Lleva la mano a su cadera y la pega a su cuerpo—. Eres muy pequeña. —La alza, la deja sobre la meseta del lavabo y se coloca entre sus piernas; le baja el cierre al vestido.

—¿Adónde iremos?

—Fuera. Ya no te diré más. Colócate uno de tus vestidos elegantes, pero no de los que son una simple tela que no cubre nada —gruñe.

Sus dedos echan a un lado sus bragas y enseguida abordan su clítoris, masajea esa zona y siente cómo poco a poco se humedece. Sisea cuando las pequeñas manos de la loba se aventuran a ir hacia su polla erecta. Acaricia toda su longitud para sentir su textura gruesa pero suave y caliente. Su pulgar traza círculos sobre el glande hinchado; pequeñas gotas de líquido preseminal comienzan a salir. Él le quita las bragas. Solo quiere desnudarla y poseer su cuerpo.

—Mi vestido —masculla la loba cuando escucha la tela rasgarse.

—Te compraré otros —murmura al quitarle las telas hasta tenerla desnuda—. Ahora gime para mí, cachorrita. —Coloca la mano derecha en su cadera y la hace inclinarse hacia atrás para tener mejor acceso a su entrada. Se introduce en ella con rapidez—. Cachorrita... —sisea con la mandíbula apretada.

Una Loba para el Mafioso [Bilogía Don]  ✔️[Disponible en papel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora