Capítulo 25

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Si accetto

Flores llenan el jardín de la mansión del Don con ese toque totalmente femenino que le dieron las chicas para el día de su boda. Fer y él están parados uno al lado del otro esperando a su futura esposa. Los invitados, que son unos veintes, están sentados en sus respectivas sillas en espera del momento para levantarse a recibir las novias.

—Ay, Dios, estoy de los nervios —murmura Kara mirándose al espejo ya con su vestido puesto.

—Tranquila, cielo. Debes estar calmada, o esos pequeños vendrán varios meses antes al mundo. También estoy muy nerviosa, pero debemos mantener la calma.

Cuando Kara está por abrir su boca para decir algo, la puerta es abierta.

—Kara, alguien quiere verte. —Williams entra vistiendo un espectacular traje azul marino ajustado a su escultural cuerpo.

La loba frunce su ceño, ya que no conoce a alguien que pueda buscarla aquí en Sicilia.

Williams se echa a un lado y deja ver a Tania con el vestido de dama de honor que han escogido las chicas.

—El Don solicitó que la trajeran —prosigue él.

Kara lleva sus manos a su boca mientras sus ojos lagrimean de felicidad por volver a ver a su mejor amiga.

—Venga, mujer, no llores, arruinarás tu maquillaje. —Se acerca y la abraza. Se sorprende al sentir algo abultado en medio del abrazo—. Santo cielos, ¿estás embarazada?

—Muy embarazada. Son gemelos —anuncia.

Tania chilla de felicidad.

—Dios, no sabes qué feliz me hace saber que estás bien. No sabes lo preocupada que estuve durante estos meses por no saber nada de ti. Soy una pésima amiga por haberte dejado sola en aquella fiesta. —Hace una mueca.

—No hay nada de qué preocuparse, estoy bien.

Se sonríen.

Son interrumpidas por un carraspeo de Tamara.

—Lamento arruinar el momento, pero, Kara, ya es hora de ir con nuestros hombres. Por cierto, soy Tamara.

Se saludan y presentan.

Williams vuelve para llevarse a Tania a su puesto.

El padre de Tamara es quien entregará a ambas chicas en su día especial.

Cuando son vislumbradas en el jardín, los músicos tocan la canción para la marcha nupcial y todos los invitados se colocan de pie para recibir a las novias. Los novios las observan con una pequeña sonrisa, aunque el Don está loco por que todo esto termine para poder llevarse a la loba lejos de la mirada de todos los hombres presentes.

—Sé que cuidarán bien de estas chicas. Además, no debo amenazarlos. Ya estoy viejo para eso. Espero que sepan cuidarlas. Denme muchos nietos antes de que me muera.

Fer se ríe y el papá de Tamara se pone a su lado.

—Estamos aquí junto al altar para que Dios garantice con su gracia vuestra voluntad de contraer matrimonio ante el ministro de la iglesia y la comunidad cristiana ahora reunida. Cristo bendice copiosamente vuestro amor conyugal, y él, que os consagró un día con el santo bautismo, os enriquece hoy y os da fuerza con un sacramento peculiar para que os guardéis mutua y perpetua fidelidad y podáis cumplir las demás obligaciones del matrimonio. Por lo tanto, ante esta asamblea, os pregunto sobre vuestra intención. —La voz del padre contratado para realizar la ceremonia se alza para darle inicio—. Esposas y esposos, ¿venís a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre y voluntariamente? —Mira a las parejas en espera de sus respuestas.

Una Loba para el Mafioso [Bilogía Don]  ✔️[Disponible en papel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora