Capítulo 12

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Hasta que el sol salga

—Don, el cargamento será imposible de recuperar. Está bajo el FBI porque tocó suelo americano cuando lo tomaron —informa Fer.

El Don gruñe.

—Estúpido Massimo, por esa rata hemos perdidos miles de dólares. —Pasa su mano por su cabeza. Se siente bastante enojado—. Dile a Kara que venga aquí ahora.

—La señorita Kara no se encuentra en la mansión.

Frunce su ceño y lo observa para buscar una explicación.

—Salió hace unas horas con Tamara —murmura.

—¿Dónde están?

—De camino aquí, Don.

Asiente.

—Cuando llegue, que venga aquí. Retírense —ordena.

Lo dejan solo. Bebe un trago de whiskey para aliviar la tensión de su cuerpo, pero no es suficiente. Ahora mismo lo que necesita está muy lejos. Suspira molesto porque la loba no está en casa. De sus cajones saca un habano y lo enciende mientras afloja los botones de su camisa. Deja su bronceado torso al descubierto. Fuma y ve a la nada.

Después de una hora, por extraño que a él le parezca, su cuerpo logra sentir a la loba venir hacia él. Mira hacia la puerta y se queda asombrado por lo que vislumbra. Su cachorrita está totalmente cambiada, no parece esa chica sumisa que siempre está dispuesta a estar con él en todo momento que él requiera. Su polla se endurece por lo caliente que se mira la loba. Traga saliva al sentir su garganta reseca y maldice a Tamara por corromper a la pequeña chica que calienta su cuerpo.

—¿Qué coño te has hecho? —Aunque quiere decirle que se mira hermosa luego de romper su vestido para follarla duro contra el escritorio, le es imposible porque a su mente llegan miles de escenas en la que algunos hombres miran lo que es suyo.

—¿No te gusta? —Ladea su cabeza y lo contempla como un perrito regañado.

Ese gesto provoca que el Don baje la guardia. Se levanta de donde está, se le acerca y se para frente a ella, sujeta su mano y la lleva a su dureza.

—Esta es tu repuesta —suelta con la voz ronca.

Kara se sonroja al sentir lo duro que está el Don solo por mirarla. No quiere imaginarse cómo se sentirá cuando vea lo que lleva debajo de su ropa.

—Entonces, ¿sí te gusta? —cuestiona con voz inocente.

Vuelve loco al enorme hombre.

—Cachorra, me encanta. Te ves caliente. —La echa hacia atrás. Kara queda acorralada entre su cuerpo y la puerta—. Joder, cachorra, quiero joderte ahora mismo —ronronea.

La loba deja salir un pequeño gemido al sentir su mano deslizarse por su pierna. Gimotea cuando las enormes manos desgarran su vestido hasta dejarlo como harapos en el suelo.

—Me gustaba el vestido. —Hace un puchero.

—Me importa muy poco —susurra con su ceño fruncido.

Ahora mismo solo quiere poseer su cuerpo y correrse en su interior.

Kara, enojada, se aleja de él, cosa que lo molesta. La toma del brazo con brusquedad para pegarla otra vez a la puerta.

—Estás muy desafiante, Kara. —Su voz es ronca y seria—. Tendré que castigarte de nuevo. Ve a mi habitación, desnúdate y espérame de rodilla. Si desobedeces, te multiplicaré diez veces los azotes que tengo planeado darte y luego te follaré hasta que mis bolas duelan. —Se separa de ella.

Una Loba para el Mafioso [Bilogía Don]  ✔️[Disponible en papel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora