Dejamos el auto a unos cuantos metros del club. La luz roja proveniente de un anuncio, captó mi atención, froté mis ojos para aclarar mi vista a medida que nos acercábamos a la entrada, tal vez con eso mi visión volvería a la normalidad, pensé; sin embargó no fue así, de igual modo logré distinguir el nombre del lugar, aunque un poco borroso, "El Portal".
Me quede inmóvil observando aquel sitio, el cual se encontraba en medio de dos edificios de apartamentos, al parecer recién construidos o quizás de precios muy elevados, pues era una buena zona y ambos aún tenían el anuncio de alquiler. Una sorpresiva ráfaga de aire golpeó mi olfato impregnando el ambiente con un olor putrefacto, provocando instintivamente que cubriera mi nariz.
Del lugar salió un hombre joven, de tes blanca, alto, fornido, cabello castaño oscuro estilo militar y semblante serio. Observaba con atención a unos chicos que se encontraban a un costado del lugar, para después fijar su atención en dirección a mí. Saludó alzando su mano, lo cual me resultó extraño, pues nunca lo había visto, tal vez me confundía con alguien más; estaba por verificar si era a mi a quién se dirigía, cuando de repente apareció Bill lanzando golpes al aire, cuando lo tuvo lo suficientemente cerca le dio un gran abrazo, el cual recibió con gran alegría aquel tipo. Elena se detuvo a mi lado y tomándome por el brazo me llevó dentro del club.-¡Huele horrible aquí adentro! -dije a Elena.
-La personas por lo regular terminan ebrias y eso hace que la puntería les fallé -dijo Elena mientras cepillaba con los dedos unos mechones de su cabello-, esperemos que nos toqué un buen lugar y con suerte el olor a cigarrillos, alcohol y sudor, lo cubrirán .
-No creo que sean orines -dije mientras dejaba de cubrir mi nariz.
Caminamos por un largo pasillo de paredes gris oscuro y piso de tablero de ajedrez, dimos vuelta a la izquierda y bajamos unos cuántos escalones; dos chicas subían, traté de ver sus rostros, pero era como si los borrarán para mi, enseguida mire a Elena y sucedió lo mismo, cosa que me empezaba a preocupar. Las chicas reían a carcajadas al parecer estaban ebrias, pues una de ellas casi cae encima de nosotras, la chica que la acompañaba la ayudo a equilibrarse y continuaron su camino. La música retumbaba en las paredes, señal de que estábamos cerca, al llegar al final de la escalera una gran pista de baile repleta de gente difusa apareció.
La mayoría de las mesas estaban ocupadas, no sabíamos a donde dirigirnos y fue entonces que de entre la multitud surgió Bill.
-¡Ey!, allá está nuestra mesa, vamos chicas -dijo señalando al otro extremo del lugar.
Debíamos cruzar la pista, así que formamos una pequeña cadena humana dirigida por Bill. Un cambio en la música provocó en la multitud gritos de euforia al sonar Maniac de Michael Sembello. Elena tenía la habilidad de caminar y bailar al mismo tiempo, yo en cambio iba como barco a la deriva en el mar de danzantes, aferrada de lo único que me mantenía en pie, la mano de mi amiga. Amaba esa canción pero no podía darme el lujo de bailar pues prácticamente iba a oscuras, a mitad de la pista aquel olor fétido se intensificó, provocándome náuseas y un fuerte dolor de cabeza, y por si eso fuera poco un zumbido ensordecedor penetró mis oídos, cubriéndolos instintivamente continúe avanzando con dificultad, desorientada, con la temperatura de mi cuerpo descendiendo dramáticamente y una ligera capa de sudor frío cubriendo mi piel, el aire apenas llegaba a mis pulmones y las piernas difícilmente me sostenían.
Una ligera brisa me envolvió, y una mano áspera me arrastró, solo pude ver una figura robusta guiándome, dimos unos cuántos pasos y porfin pude volver a respirar, el dolor de cabeza desapareció y el olor disminuyó al igual que el zumbido.
-Por fin llegamos, la habían atrapado aquellos desquiciados -dijo Bill-. Pero hay que reconocerlo quien no enloquece con la música ochentera.
Tome asiento para recuperarme, podía ver a Elena y Bill bailando a unos cuántos metros de distancia; el ruido volvió más fuerte como si dentro de mi cabeza sintonizaran una estación de radio, podía escuchar murmullos que no podía entender con claridad, tape con ambas manos mis oídos y cerré los ojos con fuerza, y entonces lo escuché:

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El Protector
FantasiaSINOPSIS Las expectativas sobre mi futuro nunca fueron las más ambiciosas, sólo buscaba aunque sea una sola vez, montar una exposición de mis pinturas, seria feliz el resto de mi vida, pero dios, universo, como ustedes quieran llamarle, tenía plane...