CAPÍTULO 16

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Habían transcurrido un par de semanas desde la última vez que vi a Naithan, no me había visitado, mucho menos llamado, me inquietaba el no saber de él. Tal vez estaba exagerando, después de todo el chico tenía sus propios asuntos; pero eso no evitaba que lo extrañara.No quería ser molesta así que decidí enviar mi último mensaje:­

¡Hola Naith!, espero que todo este bien...

Dudé en enviarlo ya antes le había dejado un par de mensajes de voz diciendo lo mismo, así que lo borre.

¡Ey, Naith aún respiras!.

¡Ay no, que horror!, me maldije. ¿Que me pasaba? era un simple mensaje y no sabia que decir, las manos me sudaban así que me obligué a controlarme. Intente escribir un par de veces, pero todo me parecía tan estúpido, el punto no era asustar al chico; por lo tanto eso me llevo a recordar el verdadero motivo por el cual seguramente Naithan se había esfumado, y yo trataba de ignorar. La relación con su padre era un punto sensible para él de modo que, si esa era la causa de su desaparición, debía afrontarlo y terminar con esto de una vez por todas.

¡Hola Naith!, espero que todo este muy bien... La otra noche, aunque hablamos sobre el tema, no debí mencionar nada sobre tu padre, no era mi intención molestar, así que me disculpó.

Finalmente lo había hecho, tomé el celular y lo lance sobre la cama sepultándolo con las cobijas, ya era hora de dejar de pensar en Naithan, debía distraerme en algo más.

El día anterior Evan me había visitado para realizar una revisión y al igual que yo, se encontraba sorprendido por mi recuperación; aún así me pidió tomarme un par de días más para descansar, pues físicamente había sanado, pero emocionalmente no era así, él prefería que me mantuviera lo más relajada posible. La mañana era perfecta y contaba con la energía suficiente como para salir a dar un paseo.

Cerca de casa a unas cuántas calles se encontraba un parque, el cual como cualquier otro, era bastante concurrido, pero hoy parecía estar libre o eso aparentaba.

En el transcurso de mi recorrido sólo pude encontrarme con una mujer de mediana edad, paseaba con su perro, un adorable pug de pelaje claro; en cuánto pase a su lado el pequeño comenzó a ladrar, su dueña tiraba de su correa con el fin de atraer su atención, pero el pequeño gruñón hizo caso omiso.

-¡Dodo!, ¡Dodo!, tranquilo bebe -dijo finalmente la mujer con una sonrisa de disculpa.

El pequeño perro continuó su alboroto unos segundos más y en un parpadeó Dodo enmudeció y sin más se sentó a mitad del camino, sin apartar la vista de mi dirección. Algo llamaba su atención, me detuve un momento para observarlo, miraba a mi alrededor y lo que sea que percibía le divertía, como si esperará que jugará con él. Por la expresión de la mujer podía comprender que el comportamiento de Dodo era extraño.

- ¡Que raro...! -expresó la mujer confundida-, es decir Dodo a diferencia de otros Pug, suele ser muy gruñón; ¡Lo siento!. El perro parecía decidido a permanecer sentado, de modo que tuvo que llevarlo en su regazo para poder continuar su camino en dirección opuesta.
-No se disculpe, es muy lindo. ¡Tenga buen día! Continúe mi camino durante varios minutos, el recorrido me había sentado bien, y el escuchar y sentir el silbido del viento era relajante, fue como si hubieran quitado un gran peso de mis hombros a tal punto que podía casi asegurar que en cualquier momento una ráfaga de aire me elevaría como a una pluma.

Me detuve a admirar aquellos hermosos e imponentes árboles y a un costado del camino un sendero se abría paso. Era hora de regresar a casa sin embargo me quede ahí, sin poder dejar de mirar en dirección al bosque, algo en aquél lugar me llamaba y para cuando fui consciente me encontraba adentrándome en él. Sentía la necesidad de rozar con las llemas de mis dedos aquellos árboles que marcaban el sendero y la sensación de que me daban la bienvenida me hacía sentir emoción; un enorme árbol parecía terminar el camino, pero eso no me detuvo. Al rodearlo una pequeña pendiente me revelaba un claro en el bosque, por la cual descendí sin complicación.

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