Bien se dice que las mejores personas son las que sufren más y Kim Jisoo es un claro ejemplo de eso, una chica con sueños, esperanza y un futuro por delante. Arrebatada de su libertad a los 20 años por un grupo de secuestradores para luego venderla...
La cálida luz que se filtraba a través de las ventanas e iluminaba toda la habitación fue suficiente para que Jisoo se removiera un poco en su lugar y balbuceara, indicando que estaba por despertarse.
Abrió poco a poco sus ojos y se estiró en la cama, una vez que tuvo nitidez de su campo de visión se extrañó y frunció el ceño, ya que Taehyung no se encontraba junto con ella.
¿Acaso todo fue un sueño? Pensó.
Sacudió un poco la cabeza y talló sus ojitos, para dirigirse a tomar un baño, le encantaba ducharse con agua templada pero no tan caliente, al momento de secarse con la toalla corporal sintió algo curioso en su trasero.
Se dió la vuelta hacia el espejo y se sorprendió ya que vió por primera vez el resultado de su primer castigo, pudo apreciar todas las líneas de los azotes, las cuales ya estaban prácticamente con un ligero color carmín y pronto desaparecerían.
Todo fue real.
Rápidamente empezó a revivir todo en su cabeza, los besos, caricias y toques de Taehyung, hicieron que su corazón empezara a palpitar rápido y sonreír un poco al recordar las lindas palabras que le dijo la noche anterior.
Sin esperar más tiempo, se cambió a un lindo vestido azul celeste, combinandolo con unos zapatos blancos con algo de plataforma, bajó al comedor principal y entró a dicho lugar, viendo al pelinegro sentado en la cabecera de la mesa leyendo algo en su ipad y tomando té.
Exhaló mientras cerraba poco sus ojos para encaminarse segura de sí misma, cuando llegó al lado del azabache, carraspeó un poco, logrando captar la atención de éste último.
Taehyung con media sonrisa se separó de la mesa aun en su asiento, Jisoo sabía lo que debía hacer, por lo que sin pensarlo demasiado se sentó en el regazo del pelinegro y junto sus labios con los de él en un rápido beso, así de piquito, como si fueran niños de primaria.
– Buenos días, señor Kim. – dijo para levantarse rápidamente y sentarse en su respectivo asiento.
El magnate rió un poco por la acción de su pequeña, claro que quería un beso más largo, pero por el simple hecho de que Jisoo obedeció su instrucción del desayuno se sentía más que satisfecho.
– Buenos días, princesa. – dijo dejando a un lado su ipad. – ¿Cómo amaneciste?
– Bien, todo bien. – dijo sonrojada. – ¿Y-y usted?
– Muy bien, gracias por preguntar.
Los empleados del hogar trajeron el desayuno y ambos comenzaron a degustarlo, como siempre Taehyung se veía tranquilo y Jisoo permanecía la mayoría del tiempo callada. Pasaron algunos minutos para que terminaran los platillos.
– Por cierto. – dijo Taehyung antes de limpiar las comisuras de sus labios con la servilleta. – Hoy por la tarde iremos con tu ginecóloga.
Jisoo asintió en respuesta, después los empleados vinieron a llevarse los platos terminados y a recoger la mesa. Taehyung se despidió de la pelinegra nuevamente con un beso en la frente y se encaminó a su trabajo.
En cambio la pelinegra salió del comedor para dirigirse a la sala donde se encontró con Jungkook, con el que igual que la última vez convivieron viendo películas, leyendo, para después simplemente platicar y convivir entre ellos.
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