Hermione no pudo más que maravillarse ante la modernidad de una de las ciudades principales del continente oceánico, Canberra estaba llena de edificios modernos, cristales y rascacielos que brillaban con la luz del sol. El presente se estaba tornando resplandeciente para la bruja londinense; mientras caminaba por las calles y veía a las personas que tenían un acento inglés muy diferente al de ella; sus padres habían adoptado algo del acento australiano, ya llevaban viviendo varios años allí y era algo inevitable.
Se notaba la familiaridad y la calma del ambiente de la ciudad, sin duda había notado varios tours de guías de turismo que quería tomar para conocer los principales monumentos y atracciones, si iba a plantear un proyecto en dicho país, lo mínimo que podía hacer era conocer algo sobre la cultura y los sitios que marcaban la esencia del país y la capital.
Sacó de su cartera el traslador que la ubicaría en el ministerio de magia para comenzar con la nueva aventura que le deparaba su cargo ministerial. Antes pensaba que no podría manejar el estrés de un puesto de trabajo como aquel, no obstante, ahora se daba cuenta de que sus capacidades eran infinitas, nada podría salir mal, se superaría cada día y la vida le iría poniendo desafíos que siempre podría lograr si trabajaba con la tenacidad y profesionalismo que la caracterizaban desde niña.
Mantuvo durante algunos segundos una expresión de sorpresa cuando se encontró en el hall del ministerio de magia australiano, era enorme, un edificio con muchos pisos, construido con paredes de cristal, el suelo estaba hecho con diseños en cerámica blanco y negro, que le otorgaban una elegante prestancia a la construcción. Si querían transmitir elegancia y modernidad, lo habían cumplido a cabalidad.
—¿Me permite su varita, por favor dama?
Había varios guardias en la entrada al edificio, algo que llamó profundamente su atención; Australia se caracterizaba por ser uno de los países donde el índice de delincuencia y crimen eran muy bajos, no sabía de algún fraude o desfalco en lo que al ministerio respectaba.
—Adelante, señorita Granger. La señora Moore está aguardando por usted en el hall central. Bienvenida a Australia.
—Muchas gracias— expresó Hermione con gratitud y entusiasmo.
Avanzó, sintiéndose cada vez más maravillada por estar tan lejos de las ideas de Londres, sabía que en este punto podría cambiar estereotipos y paradigmas que habían mantenido rencillas y en tribulaciones a los magos. Sentía que podía comenzar a cambiar la educación mágica desde los cimientos, eso era lo que más la motivaba.
Una mujer de unos cuarenta años, elegante y distinguida, que vestía un traje blanco de dos piezas, le estaba esperando. Tenía los ojos claros como bolitas de cristal y una piel sedosa. A penas vio a la bruja, caminó en sus tacones para saludarla con una sonrisa cautivadora y formal.
—Hermione, que bueno que has llegado. Te estábamos esperando —saludó con cordialidad y un respeto que no había visto en otra persona de aquella posición.
—Yo también estaba muy ansiosa por llegar a trabajar con ustedes, Karine. De verdad es un gusto.
—Puedes pasar, te haré un recorrido por el lugar, después de todo comenzará a ser tu segunda residencia si vamos a hacer este gran proyecto como esperamos que resulte —recalcó. La condujo por distintos pasillos, contándole historias sobre cómo se había formado el ministerio en el país, como la magia había tomado poder dentro del continente y sobre cómo se esmeraban en resguardar aún con el secreto mágico.
—¿Cuándo tienen pensado iniciar con las reuniones? Kingsley mencionó que querían poner los cimientos cuanto antes —siseó Hermione.
—En efecto, queremos iniciar cuanto antes la construcción de la escuela. Necesitamos darle calidad de vida a nuestros jóvenes magos; que puedan tener un espacio que les entregue enseñanza, poder y también la posibilidad de estar cerca de sus familiar durante el año escolar, eso es primordial, el apoyo de los magos siempre es un punto clave en la crianza y las costumbres mágicas.
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𝐀𝐒𝐈́ 𝐂𝐎𝐌𝐎 𝐏𝐄𝐂𝐀𝐒, 𝐏𝐀𝐆𝐀𝐒 [𝐃𝐫𝐚𝐦𝐢𝐨𝐧𝐞 +18]
FanfictionDraco nunca pensó que ella lo tendría a sus pies. Pero observar la manera en que lo veía a través de sus pestañas oscuras mientras estaba arrodillada ante él, bastó para que se diera cuenta que Hermione Granger era una especie de demonio personal. E...