• CAPÍTULO 5 | «... TE ODIO», «LO SÉ...»

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Hermione despertó el sábado, sin embargo no consiguió seguir durmiendo. Eran las ocho de la mañana y ella no podía seguir en los brazos de Morfeo a pesar de levantarse muy temprano durante los demás días de la semana y estar sumamente cansada.

A diferencia de las demás personas, el trabajo le ayudaba a distraerse de los demás ítems de su vida que la aquejaban con mayor apremio.

Hoy era el día en que Pansy y Luna se comprometerían.

Y ella estaba allí, tirada en la cama mirando hacia el techo.

Estaba feliz por la ceremonia de compromiso, Luna se había hecho una de sus grandes amigas y deseaba que la felicidad reinara en su vida. Al parecer Pansy Parkinson había conseguido eso y ambas destellaban corazones cada vez que se miraban.

No obstante sus pensamientos eran vagos debido a otro motivo.

Para su desgracia, su mente y su memoria le impedían sacar de su interior el último paso que tuvo por el ascensor en el ministerio.

Cerró los ojos con toda la intención de recordar la forma en que los labios de Draco se posaron en los de ella, como la aprisionó contra la pared, el modo en que aquel beso le transmitió deseo y furia. Sus respiraciones se habían alzado en ritmo y el calor de sus cuerpos ya estaba subiendo; probablemente habrían terminado follando en ese sitio, no obstante algunos hombres solicitaron entrar y se miraron extrañados al notar que no estaba el asistente.

¿Qué hubiera pasado si los descubrieran en esa situación comprometedora?

El lugar tenía una política de contacto cero entre los trabajadores en ese sentido. Si bien no prohibía las relaciones entre ellos de manera tajante, estas debían de ser extrictamente fuera del establecimiento para evitar conflictos de interés.

Hermione volvió de sus pensamientos y suspiró con pesadez al notar que gran parte de sus desvaríos los estaba causando su inconsciente que al parecer deseaba con ansias volver a sentir el placer que había sentido con ese arrogante mago.

Hijo de puta.

No entendía cómo el se había colado en su cuerpo de ese modo. Necesitaba recordar cada cierto tiempo la textura de sus labios y sus manos recorriendo sus rincones. Pero después, volvía a la realidad donde se abofeteaba y decía que si bien habían sido unas experiencias increíbles, no podía seguirle dando rienda suelta a ese tipo de pasiones.

Decidió salir de la cama, resignada ante la idea de que tendría que controlarse en unas horas más; ya que la perfecta presencia del rubio estaría en la ceremonia de su amiga acompañando a Pansy pues tenía entendido de que a pesar de haber tenido antes una relación, ahora seguían siendo muy amigos.

Debía organizar su día pues tenía al pendiente ir a retirar el presente que había encargado para la pareja antes de volver a arreglarse. Había quedado de aprovechar de ver a su madre también; por lo que le esperaba un viaje rápido al Callejón Diagon, pues a donde estaba el cruce hacia el mundo muggle se encontrarían para tomar un café puesto que hace semanas había quedado de verla y no había podido cumplir debido a las responsabilidades que el trabajo le estaba imponiendo.

Hizo lo posible por verse presentable debido a que su madre detestaba verla deslavada y en ropa deportiva. Salió de cada, dejándola asegurada con hechizos de protección–algo que hacía desde que tenía noción de las cosas que podían llegar a suceder en el mundo mágico– Se encaminó hacia el Callejón Diagon tratando de concentrarse sólo en las tareas pendientes; había comprado para las brujas un bello retrato que había mandado a hacer con una fotografía que consiguió mediante Ginny.

𝐀𝐒𝐈́ 𝐂𝐎𝐌𝐎 𝐏𝐄𝐂𝐀𝐒, 𝐏𝐀𝐆𝐀𝐒 [𝐃𝐫𝐚𝐦𝐢𝐨𝐧𝐞 +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora