Capítulo 4.

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Después de la charla entre Valentina y Clarke, ambas habían llegado a la habitación donde se encontraban Lexa y Juliana, quienes al parecer no habían conversado, pues se hallaban alejadas la una de la otra.

Entrecerrando sus ojos hacia Lexa, Valentina se acercó unos pasos hacia el armario y sacó unas cuantas prendas, tirándolas sobre la cama de manera desarreglada.

Lexa rodó los ojos. Juliana observaba detalladamente las interacciones entre ambas, intentando conectar las cosas y encontrarle una respuesta a la incógnita que se había formado en su cerebro, por su parte, Clarke observaba curiosa a la mayor.

Una vez terminó de sacar la ropa y zapatos de su armario, se quitó el sombrero y levantó la vista hacia Juliana, mostrándole esos exuberantes ojos azules que tantos escalofríos le causaban.

Esta vez tampoco fue la excepción.

—Elige.

—¿Disculpe?

—Elige las prendas que quieras combinar. No puedes andar como si acabaras de salir de un cuento de hadas por aquí.

—¿Quiere que me ponga... eso? —preguntando de forma incrédula, Juliana señaló las prendas sobre la cama con el dedo índice.

Valentina frunció ligeramente el ceño.

—¿Qué tiene de malo?

—No lo tome a mal, señorita Carvajal. Es solo que... no es mi estilo.

—No estás en posición de decir esas cosas, princesa —farfulló, tomando un pantalón y un camisón, y tirándoselos con algo de fuerza—. Estaba intentando que te sintieras más cómoda porque vas a usar esa ropa por dos semanas. Pero como te pusiste irritante de nuevo, yo elegí.

—¿Qué?

—¿Dos semanas con la misma ropa?, ¿Estás bromeando? —Lexa se inclinó ligeramente en su asiento y levantó una ceja hacia la rubia mayor.

—¿Tengo cara de bromista?

—De amargada, sí. Pero no de bromista —habló Clarke.

Lexa soltó una carcajada y Juliana estuvo a punto de reírse si no fuera por la mirada furiosa de la ojiazul que provocó más escalofríos en ella.

—Cállate, Griffin.

—¿Por qué? Digo la verdad —replicó.

—No tengo cara de amargada.

—¿Entonces tienes cara de bromista?

—A mí me da risa tu cara —añadió Lexa, apoyando un codo sobre su propio muslo y sonriéndole de forma divertida.

—No te pregunté, Woods. Y nadie pidió tu opinión.

—Ya, hablando en serio —Clarke se posó al lado de Valentina y la observó—. No puedes dejar que use lo mismo durante las dos semanas.

—¿Por qué no?

—Empezando porque es antihigiénico, ¿no sé? —murmuró Lexa.

—Sí, además, ¿de dónde sacarás su ropa interior, eh? ¿Pretendes que use la tuya? Porque tú no tienes de las... Ya sabes. Las otras.

Juliana ladeó la cabeza, extrañada ante aquel comentario.

—No iba a darle mi ropa interior ni, aunque tuviera de las otras.

—¿La ibas a dejar sin ropa interior por toda la casa?

—No.

—¿Entonces?

Believe In Desiny | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora