Capítulo 22.

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Al día siguiente, Valentina se despertó sin ánimos de nada. Observando el espacio vacío junto a ella, recordó con añoranza la frágil y femenina figura que antes reposaba allí, y pronto se encontró trazando la sábana con la punta de los dedos y cerrando sus ojos, intentando recordar la figura; el cómo se sentía bajo sus dedos, la suavidad de la piel, el intercambio de calor útil que realizaban sus cuerpos durante aquellas extrañas pero frías noches. Sus curvas donde podía trazar el camino con sus dedos y jamás cansarse, su sedoso cabello que olía como una mezcla de flores y frutas, su sonrisa que producía un ligero y cálido estremecimiento por todo su cuerpo, y sus hermosos belfos rosados con forma de corazón que lo único que hacían era incrementar sus deseos por ella. De repente, al abrir nuevamente sus ojos y notar la falta de calor a su lado, volvió a la realidad... y casi se sentía como si estuviera muerta por dentro.

Era extraño, se dijo, porque antes siempre fue así. Ella solía despertar cada mañana como un zombie. Literalmente siempre le gruñía a todo el mundo, no hablaba con nadie y parecía... Bess se lo decía todo el tiempo: "tienes que abrirte a los demás", "deja de ser tan gruñona o nunca tendrás amigos", "alejarás a todos". Por supuesto, Valentina siendo la persona terca y molesta que era, nunca le prestó atención.

Pero cuando Juliana Valdés puso un pie en su vida, todo su mundo dio un giro de trescientos sesenta grados. Sumándole el hecho de que Clarke había decidido aparecer en esa misma ocasión, sonreía, reía, se enojaba —aunque aquello era normal en ella—, amaba... Valentina Carvajal, por primera vez en su vida, se sentía viva. Todo fue tan extraño y real que la asustó. Era raro y difícil de creer, pero sí, por primera vez también, Valentina le temía a algo. Y no tenía nada que ver con ella misma. Ella temía por la seguridad y el bienestar de Juliana.

Si bien era cierto que siempre se preocupó por Clarke, Valentina puede decir con orgullo que jamás tuvo miedo. Sí, se enojó mucho cuando descubrió que ella tenía sentimientos por Lexa; sí, se preocupó cuando la vio tirada en el suelo con el corazón en una mano y su alma en la otra gracias a que habían finalizado con su misión; y sí, se entristeció un poco cuando, después de rescatar a Lexa, Clarke había tomado la decisión de dejar su trabajo e irse. Pero Valentina nunca tuvo miedo porque algo malo pudiera pasarles, ella sabía que podrían cuidarse. No obstante, con Juliana... eso era otra historia.

Juliana era, por mucho, la mujer más fuerte que Valentina había conocido alguna vez. No por su físico, por supuesto que no; Juliana tenía una complexión delgada y hermosa, pero demasiado débil como para siquiera lograr abofetear a alguien —y Valentina sabía perfectamente que ella jamás sería capaz, aunque pudiera. Era demasiado educada como para rebajarse a realizar un acto tan indigno como lo era la violencia física—; sino más bien por su mentalidad. Juliana había tolerado muchas cosas en la vida, desde la muerte de sus padres hasta las agresiones de aquel hombre salvaje y déspota.

Y entonces, cuando descubrió que la amaba, juró protegerla. Siendo una promesa silenciosa, claro está.

Pero ni siquiera pudo cumplirla. Juliana había sido raptada porque ella no pensó con claridad lo que hacía y la envió directamente a la boca del lobo. Si tan sólo hubiese pensado un poco más las cosas. Si tan sólo su estúpido corazón no hubiese latido lo suficientemente fuerte como para ignorar las advertencias de su cerebro, entonces tal vez nada de eso estaría pasando y Juliana aún estaría entre sus brazos, acurrucándose y siendo tan condenadamente inocente, pura y educada.

Dios, cuánto amaba Valentina a esa mujer.

Llevó ambas manos hacia su cabello —que, por cierto, era un desastre—, y lo revolvió con furia. No iba a llorar, claro que no, Valentina Carvajal jamás lloraba, por nada ni por nadie, pero entonces...

¿Por qué se sentía como si quisiera hacerlo?

...

Una vez logró estabilizar sus emociones, Valentina bajó finalmente —después de tomar una ducha y pensar—. Caminó hacia la cocina y, justo cuando pasaba por la sala principal, levantó una ceja al encontrarse con las menores.

Believe In Desiny | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora