Anexo 1.

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Inicio esta carta escribiendo, de antemano, que no va a ser como ninguna otra que haya escrito antes.

Por lo general suelo extenderme en mis escritos hablando sobre algún tema político, compartiendo mi opinión al público en general sobre el desempeño de mi empresa, o consejos sobre cómo hacer crecer la productividad. Pero hoy, en esta misma impresión, debo hablar sobre un tema que, para mí, tiene mayor importancia que todos lo que nombré antes; un tema que casi nunca saco a discusión y del que no me gusta hablar porque no tengo idea de qué decir...

Empezaré diciendo que, muy seguramente, cuando esta carta sea leída como debe ser, mi ciclo en este mundo habrá finalizado. Probablemente ya no estaré con vida, las cosas no serán como lo eran antes y mi empresa tampoco. Pero es algo que ni siquiera yo mismo podré impedir.

La avaricia y la codicia son armas realmente fuertes, y cuando toman asilo en alguien de mente débil, se hacen mortales. En parte creo que es por eso que la sociedad se desmorona cada vez más. La muerte de mi esposa fue una prueba de ello.

Al principio, pensé estar equivocado, pero luego me di cuenta de que tenía razón y para entonces ya había sido demasiado tarde. Sabía indudablemente que me reuniría con ella en la otra vida, pero con ello, y a pesar de mi extrema felicidad por verla, también me deja un extraño vacío al saber que voy a dejar atrás todo lo que alguna vez consideré valioso, entre esas cosas, la razón de este escrito.

Sin más que decir al respecto, quiero constatar aquí, en este sobre, en estas letras y para quién lo lea, que esta será mi última carta. Mi despedida.

Y siendo así, yo, Macario Valdés, quiero constatar también que la persona que heredará el imperio Valdés, que se quedará a cargo de recibir toda mi herencia y demás posesiones materiales, será mi primogénita y única heredera, Juliana Valdés.

Pd: Para Juliana, mi única hija, con quien casi nunca hablé, quiero que sepas que, aunque no te lo demostrara, te amé desde el momento en el que naciste... Estaba y sé que aún estaré muy orgulloso de ti. Sigue así, mi pequeña.

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