Capítulo 17.

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Después de aquel relajante —y excitante— baño, Valentina y Juliana bajaron por las escaleras entre sonrisas y miradas para nada discretas.

Clarke y Lexa, quienes se encontraban hablando cómodamente en el sofá de la planta baja, dieron por finalizada su conversación cuando observaron como las chicas aparecían por la puerta y tomaban asiento a su lado.

—Hey, ¿Cómo estás? —preguntó Clarke.

—¿Ya te sientes mejor? —preguntó Lexa.

Juliana solo pudo sonreír ante la preocupación que embargaba los rostros de las mayores, y asintió sutilmente.

—Ya me encuentro en mejor estado, gracias por su preocupación.

Cuando ya pudieron respirar normalmente, las mayores intercambiaron miradas y, extrañamente, permanecieron así durante unos instantes.

Tiempo después, Clarke frunció el ceño y tomó una carta extrañamente doblada de sus piernas para extendérsela a la ojiazul.

Valentina levantó una ceja, un poco extrañada, pero la tomó sin decir una palabra.

—Acabó de llegar —murmuró la rubia menor, con una extraña voz—. Es... creo que deberías leerla detenidamente.

Sin prestar mucha atención a Clarke, Valentina abrió la carta y empezó a leerla bajo la mirada de los tres pares de ojos.

Mientras la observaba, Juliana pudo notar que a medida que la lectura avanzaba, el semblante de la ojiazul cambiaba drásticamente hasta borrar la sonrisa que antes adornaba sus hermosos labios.

El par de ojos azules se levantó rápidamente hacia Clarke y, poniéndose de pie de un salto, arrugó la carta entre sus manos.

—Clarke, a mi habitación. Ahora.

Y sin más, salió del lugar esperando a que la siguiera.

—¿Qué...?

—Ya regresamos, no se preocupen —levantándose de igual forma, la rubia se perdió por el pasillo, Juliana y Lexa quedaron completamente solas en aquella sala.

—¿Qué fue todo eso? —preguntó Juliana, un tanto confundida.

—No lo sé —Lexa frunció el ceño—. Sólo espero que no sea nada malo...

...

—¿Por qué no me llamaste cuanto antes?

—Ya te dije que acababa de llegar, Valentina.

La de ojos azules se volteó hacia ella y bufó. Había permanecido replicándole desde que salieron de la sala y parecía que no iba a parar.

—Eso no me convence.

—Oye, parecías muy ocupada con Juliana allá arriba, no quería interrumpir.

—¡Cállate! —murmuró con un leve sonrojo en sus mejillas—. Esto es importante, Griffin. ¿Qué no leíste?

—¡Por supuesto que sí! Sólo quería aligerar el ambiente, cielos.

Valentina suspiró y pasó una mano por su rostro, exasperada.

—¿Cuánto tienes?

—No mucho, en realidad. Entre mi trabajo y el de Lexa pudimos recoger esto —metiendo una mano en el bolsillo derecho de su pantalón, la rubia menor sacó un sobre algo abultado y se lo tendió a la mayor—. ¿Pero qué hay de ti? Con lo de Juliana... digo, no creo que te paguen.

—No necesito que me paguen.

—¿Qué? Pero-

Sin embargo, antes de que la menor pudiese articular otra palabra, Valentina había sacado algunos fajos de billetes de su chaqueta de cuero.

Believe In Desiny | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora