10. Amor de diferentes maneras

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Y el asunto entre Alex y Piper siguió creciendo de forma exponencial, con cariño y respeto mutuo que poco a poco fue difícil de ocultar de Jack, aunque de verdad lo intentaron.
El niño había aceptado a Alex como su amiga desde un poco de tiempo atrás, más sin embargo no estaba todavía por completo enterado que la amistad de su mamá con la pelinegra era algo más allá que eso.

Habían estado saliendo casi todos los días del último mes los tres juntos, más aún los fines de semana y el niño no dejaba de llevar puestos sus lentes de sol que Alex le había regalado.
Eran más de las salidas a divertirse que Jack había tenido en toda su vida, y dentro de su mente la idea de que Alex fuera algo así como la novia de su mamá ya no le desagradaba por completo. De hecho, era una ide que sentía, tenía mucho potencial.
Especialmente porque su madre se veía de mejor humor diariamente y sonreía mucho más de lo que la había visto sonreír antes.
Pero él no iba a sacar el tema a relucir. No señor. Ambas tenían que decirle la verdad, y mientras eso no sucediera, él no iba a dar su brazo a torcer tan fácil.

Polly había insistido en que ese fin de semana fueran a un festival de música en uno de los parques más populares de la ciudad, dado que su actual pretendiente tocaría ahí, y aunque de inicio Jack no estaba lo suficientemente de acuerdo con ese plan, terminó aceptando solo porque Alex le prometió que le compraría todas las golosinas y souvenirs que quisiera, además de que los llevaría en su auto deportivo descapotable, para que se sintiera como en una de esas películas de acción que tanto le gustaban a él ver.
Y mientras el aire chocaba en sus rostros y hacía que los mechones rubios danzaran con velocidad, la mano de Jack se estiró por la puerta del auto hasta encontrarse con la de su madre que de inmediato se unió a él.
Entrelazaron sus dedos con una sonrisa en el rostro de ambos que no podían ver, y como no queriendo, la mano de Piper se deslizó hasta la palanca de velocidades para posarse sobre la de Alex que apretó también uniendo sus dedos con total sincronía.

Nada se había sentido tan bien en su vida como al fin tener de la mano a sus dos amores, y en ese momento deseó que el tiempo no siguiera intentando robar las cosas buenas que había conseguido a penas.
Suspiró con los ojos fijos en las manos de ambas unidas y sonrió al ver la hermosa mueca de felicidad de Alex
No había visto nada tan maravilloso jamás, pero ver a la pelinegra así de contenta simplemente por tomarla de la mano era un poema que solamente estaba escrito para ella y quería guardarlo para siempre consigo, aunque ese para siempre se viera extendido solamente a un par de meses más.

Era difícil para ella explicarle a su hijo que ahora Alex era una parte importante de su vida, sobre todo cuando se la había pasado diciéndole que él era lo único que le importaba y el único amor de su vida era y siempre sería él, y tal vez en algún determinado momento había sido así, pero jamás pensó que el otro tipo de amor que anhelaba iba a volver a tocar a su puerta de una forma tan ruidosa que había sido imposible no abrir.
Quería decírselo y lo había conversando con Alex quien al parecer, le tenía miedo a Jack. No quería irrumpir en su pequeña familia de dos, y tampoco robarle a su mamá, pero sentía que era más que necesario decirle las cosas para que se fuera acostumbrado y en un futuro quizás no muy lejano, la aceptara como pareja de Piper.

Al llegar a aquel evento lo primero que Alex hizo fue ponerse bloqueador y no se sintió tan avergonzada porque al parecer, la piel del pequeño demonio tampoco estaba muy acostumbrada a los rayos del sol, así que Piper le estaba dando prácticamente un baño en bloqueador solar también.
Luego, cuando encontraron a Polly, la gente empezó a aglomerarse frente al escenario musical.
Cientos y cientos de personas se amontonaban y empujaban para obtener un buen lugar lo más en frente que pudieran, y aunque Jack no estaba muy emocionado, Alex insistió en subirlo a sus hombros para que las personas no fueran a aplastarlo.

Bailaron y gritaron al ritmo de la música, y los ojos de Piper no pararon de brillar observando lo bien que parecían ahora llevarse su hijo y Alex, como si jamás hubieran estado en esa guerra eterna que las tenía en dificultades para salir casi siempre.
Adoraba verlos juntos y por la mirada de Polly, sabía que su mejor amiga también estaba contenta al ver lo bien que iban las cosas entre ellos.
Eran momentos bastante significativos para Piper, aunque ni Alex y mucho menos Jack supieran lo feliz que estaban haciendo a la rubia con su tregua aún no anunciada.

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