Nuestros dedos meñiques se rozan, ambos tumbados en la cama, dos sonrisas atontadas por la maría fumada de apenas unos segundos, a la lejanía se escuchaba el murmuro del barullo de abajo, por la mierda de fiesta que se estaba celebrando, suerte que está la puerta justo en medio, para taponar el ruido. (mas o menos).
- Oye. - Dice Stan, le miro sin saber que esperar. - Deberíamos dormir un rato. ¿ No te parece? - Dice colocándose de costado mientras me abrazaba y yo asentí, coloco mi mano encima de su cabeza y le doy suaves caricias, metiendo mis dedos por su pelo ondulado, llegando a su cuero cabelludo.
Unos leves golpes se escucha en la madera de la puerta, cosa que ambos decidimos ignorar, sobre todo Stan, que ya casi estaba que roncaba.
Otros leves golpes se vuelven a escuchar, mas bien ya repiqueteando cada 5 segundos más o menos.
Así, 1,2,3,4 veces seguidas. Me levanto de la cama con cuidado, o eso creo.La abro bruscamente levantando una leve brisa.
-¿ Tock Tock? - Dice un chico con el pelo alborotado con unas gafas rosas en forma de corazón con cristales fracturados en las zonas de las lentes;
Le miro alzando una ceja sin saber que decir, asi que sólo atiné a reirme. Iba a cerarle la puerta en la cara, pero su mano y pies derechos se colaron para interrumpir dicho acto. - Tock Tock- Repite y le miro alzando las cejas cerrando los ojos, para abrirlos un poco, básicamente entrecerrados. Él hace un ademán con la mano para que le siguiese.
- Tu puta madre.- le digo con una gran sonrisa sin mostrar los dientes.
- ¡ No! Tienes que decir quién es. Por Dios, ¿nunca has jugado?- Dice exasperado aquel chico de cabello castaño ondulado.
- Esto... amigo, vete a la mierda. ¿ Si? - Le digo intentando cerrar la puerta.
-¿ Por qué?-pregunta quejumbroso.
- Porqué si, además no estoy sola.- Lo digo con segundas intenciones, y esperando a que lo pille.
- Acabas de follar, vale, he interrumpido, mia culpa. - Dice e infla un poco sus cachetes para luego soltar el aire con exageración.
No digo nada y le cierro la puerta en la cara. Creo que iba a decir algo más, pero sinceramente no me importaba una mierda.
Me tumbo en la cama y vuelvo a acariciar el cabello a Stan.
Luego de unos largos minutos me quedo dormida.
(...)Un zarandeo muy brusco me despierta.
- Buenos días princesa, el cielo es azul y los brillos del sol te saludan diciendo... ¡ Sal de mi puta habitación! - Dice el chico de la noche anterior con las gafas rositas en forma de corazón, encima de su cabeza con los brazos en jarra mirandome con cara de mala hostia, frunciendo sus cejas sin depilar.