Me di cuenta de que estaba enamorada de la forma más ridícula de todas.
Algunos dirían que fue cuando le sonrió un segundo más de la cuenta y no pudo evitar ruborizarse, o cuando sintió mariposas en el estómago al verle reír. Otros dirían que fue cuando en medio de un río de lágrimas, su primer consuelo fueron sus brazos; o cuando pasaron una noche en la cama, sin hacer nada, y se sintieron como en casa.
Yo me dí cuenta de que estaba enamorada cuando la sonrisa que esperaba me diera a mí, se la estaba regalando a otra persona.
No creo que sería capaz de comenzar a explicar el nudo desagradable que se formó en mi estómago; y tenía sentimientos encontrados al mismo tiempo.
Porque mi corazón saltaba al ver esa hilera de perlas blancas brillantes y ojitos hechos rendijas, sus mejillas reflejando la emoción que sentía.
Y al mismo tiempo, mi estómago se sentía más pesado. Mis piernas me habían fijado en el lugar y mis manos apretaban el bordillo de mis pantalones con fuerza, como si el dolor de mis uñas a través de la tela y en la palma de mis manos fuera a sofocar de alguna forma los pensamientos arremolinados en mi cabeza.
Sabía que uno de los chicos me estaba llamando, probablemente Minho porque era el que se encontraba sentado junto a mí, pero su voz hacia eco en mis oídos. No podía escuchar lo que me decía.
Todo el mundo sabía que Felix es, lo que les gusta llamar, una pequeña mariposa social. Le es sencillo hacer amigos por su carismática personalidad, humor sencillo y empatía digna de resaltar. Era por eso también que era consciente de que probablemente esa chica no fuera más que una amiga, una Stay incluso, y no me molestaba verlo feliz con otra persona.
Es más, me contagiaba el sentimiento el verlo así, sonriente y despreocupado.
Su sonrisa debía ser la octava maravilla del mundo, al menos a mis ojos.
Y las ganas de darme la cabeza contra el árbol más cercano aumentaban cuando ese sentimiento ácido se presentaba en mi estómago, porque sabía que era completamente irracional. Quiero decir, ¡Soy prácticamente presidenta del club de fans de Hyunlix, por Dios!
Aparentemente Minho vió mi mueca porque tomó una de las manos que se aferraban al final de mis pantalones.
— Eres graciosa cuando te pones celosa —rió bajito para que sólo yo pudiera oírlo, inclinándose un poco en mi dirección.
El segundo mayor era el único que sabía acerca de mis sentimientos (y ahora reconocido enamoramiento) hacia el rubio de pecas. O al menos era el único al cual le había hablado al respecto, no tenía idea si el resto se habría dado cuenta. Intentaba ser lo menos obvia posible.
— Cierra lo boca, oppa —usé el honorífico con burla, ya que en realidad no hacía uso de ellos, mientras pellizcaba la mano que me sostenía.
Con extraños sí hacía uso de ellos por una cuestión de respeto, pero dentro del dormitorio el único momento en que los utilizaba era para burlarme de los chicos cuando actuaban de forma inmadura.
...que suele ser el 90% del tiempo.
— ¿Y esa expresión, pequeña Lee? —se acercó Chan por la derecha, tirándose en el césped junto a mí con una sonrisa divertida. Sí, Lee, al igual que Minho y Felix. A los chicos les gustaba llamarnos "los trillizos disfuncionales" porque entre los tres no compartiamos más que el apellido. Podian ser bastante ingeniosos cuando se los proponian.
Estábamos disfrutando del día soleado en un parque natural, que era casi como una reserva; era gigante, por lo que era poco probable encontrarte gente si ibas por las partes más recónditas, que era donde nos encontrabamos ahora.
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stray kids one shot's ✧︎ִֶָ ̽
Fanfichistorias cortas de nuestros chicos favoritos !